jueves, 6 de abril de 2023

LA MÚSICA DE CUATRO EN DOÑA BÁRBARA Por Alexander Lugo

 



A los 54 años de la partida de Don Rómulo Gallegos y los 19 del nacimiento de ‘La Siembra del Cuatro’

 

Alexander Lugo

 

Doña Bárbara, la emblemática obra de Don Rómulo Gallegos, está impregnada desde su inicio, de diversos aspectos musicales que acompañan en todo momento la vida del llanero. En las faenas rudas del diario trajín con la naturaleza, en los caudalosos ríos que cruza a nado, en la copla quejumbrosa guiando al ganado por leguas y leguas de camino, en el rodeo de los potros salvajes y bravos toros. También enfrentándose a la naturaleza en la ‘quema’ y preparación de las tierras y en los ratos de solaz, en la cabalgadura, en la melancolía, en el jolgorio de las fiestas de joropo, y hasta en la fáctica confrontación del bien y el mal –‘contrapunteo de la vida y de la muerte’- de la civilización con su antagónica, la barbarie. La música acompaña, ambienta y potencia todo la trama del relato.

 

Los Instrumentos Musicales

Del conjunto de temas que destacan desde el punto de vista sonoro en “Doña Bárbara”, los instrumentos musicales se articularán constantemente, musicalizando las escenas y armonizando el relato. De las múltiples referencias que brotan de la pluma de Gallegos, dirigida a la organología musical, cinco son los instrumentos que destacan y que son claves en la vida del llanero: Las Maracas, El Arpa, La Bandurria, La Guarura y por supuesto El Cuatro.

 

El Cuatro



Nuestro instrumento nacional por excelencia, presente en todos los géneros de nuestra musical tradicional, con muy pocas excepciones, a lo largo de la novela se menciona con sus rasgueos y punteos en diferentes momentos y situaciones. Particularmente en la sección denominada: Coplas y Pasajes. Allí aparece mencionado en referencia al tema de los recios inviernos que azotan el llano y anegan las sabanas, con el alejamiento de las lluvias y fuertes crecidas de los caños, se van también las fiebres que deja el paludismo y las distintas epidemias que brotan de las aguas infestadas, clarea el día y retoma el llanero el corrido y los pasajes, acompañado de su inseparable Cuatro, “cantando en coplas a sus amores, sus trabajos y sus bellaquerías”.

El llano tiene mucho de los sonidos profundos y atrayentes que lo denotan, los silencios también son tremendamente descriptivos del entorno. Cristóbal Jiménez en el golpe de Chipola La Marisela, describe que:

Los sonidos misteriosos que pueblan triste la noche

el canto dulce y sencillo del pájaro en el mogote

y el tiple llora jipiao, pa’ que el bordón se trasnoche.

 

Las armonías del cuatro se integran a la polifonía del ambiente llanero, cuando Santos Luzardo, reflexivo, se abandona de nuevo a la tierra que lo viera nacer y que lo ahuyenta y atrae con la misma fuerza:  

“Y entretanto, afuera, los rumores de la llanura arrullándole el sueño, como en los claros días de la infancia: el rasgueo del cuatro en el caney de los peones, los rebuznos de los burros que venían buscando el calor de las humaredas, los mugidos del ganado en los corrales, el croar de los sapos en las charcas de los contornos, la sinfonía persistente de los grillos sabaneros, y aquel silencio hondo de soledades infinitas, del llano dormido bajo la luna, que era también cosa que se oía más allá de todos aquellos rumores[1]”. 

 

En la sección VIII Candelas y Retoños, se describe un día en que amaneció todo verde, luego que “Las candelas dejaron nuevecita a Altamira”:

“Volvieron las cimarroneras a sus acostumbrados refugios, las greyes mansas al sosegado errar por sus comederos habituales y las yeguadas a los alegres retozos de sus rochelas. Volvió el Cuatro a las manos de los peones, por las noches bajo el caney, y Marisela a los buenos modales y a las lecciones. 

Y todo fue como los retoños después de las candelas”.

 

Ciertos criterios y reflexiones referentes a nuestro instrumento nacional, los dejo en las voces de algunos poetas, cultores e investigadores para que lo ilustren. Es tan cotidiano el encuentro con nuestro Cuatro, que se ha dicho mucho y se conoce poco, las descripciones organológicas e históricas, huelgan en este momento, me limito a dejar sus testimonios[2], reflexiones ontológicas en boca de algunos filósofos del sonido y de las querencias que conforman la nacionalidad, de aquello que nos define como nación, como vegueros de un destino que se nos pierde. Veamos:

 

Testimonio 1:

Yo no creo que haya un rincón en el país en donde un Cuatro no haga falta, así como un fogón, una cocina. A donde llegas, lo ves colgado. Mostrando todo el respeto, toda la ternura que hay en el país...

Es un instrumento de rebeldía, porque estamos aporreados, en crisis, ¡están en peligro nuestras almas, nuestros sueños…!

 

Testimonio 2:

Es ese Cuatro signado por el ritmo, es su técnica, es su afinación destinada a integrarlo en el incendio o la tranquilidad de los acompañamientos, lo que es exclusivamente americano.

 

Testimonio 3:

El Cuatro salió no para puntear. Salió como acompañante. Yo toco sólo charrasqueado. Con un golpe muy especial, eso dicen, sincopado… ya con los años me he ido apagando un poco, pero sigue teniendo sus revueltas... me acuerdo que una vez acompañando a un gran músico en el violín, yo varío el golpe de acuerdo con el giro que toma la música. Y estábamos tocando Conticinio. Y llega la parte esa que pasa de mayor a menor. Me gusta mucho. Allí, bueno… yo vivo eso. Y de la emoción rompí el Cuatro… ¡Lo abracé muy fuerte, más de la cuenta!

 

Testimonio 4:

Ningún español toca el Cuatro, ni ha tocado cuatro, ni sabe de cuatro…

El Cuatro lo inventaron los campesinos, los pescadores… Lo inventó la gente. Los que lo usan.

 

Testimonio 5:

El Cuatro está en todos los ambientes naturales geográficos originales del país. El Cuatro es un hacedor de patria. Se habló de patria, y después se habló de padre de la patria, con Bolívar. Padre de una patria que todavía no somos. Y es que el Cuatro comenzó a hacer patria y continua haciendo patria por esa ruta que tú dices…que es de la fibra o cuerda más honda.

 

Testimonio 6:

Si intentamos mirar en la cara lo que dice la palabra Cuatro, el sentido que nos revela el Cuatro cuando lo mentamos, él nos trae eso de la parrandita, de la fiestecita, de cosa no ordenada. De tal manera que ese rasgo, que es visto como negativo, es una de las razones por la cuales se constituye el Cuatro en el corazón de Venezuela, como fundamento.

Estaba pensando que además de eso, que además de los animales y los vegetales, el Cuatro es agua, y brisa, es tierra, es mineral, es sol de mediodía, es universo. De ese modo, por ese acercamiento, por esa liberación, hay algo de liberación.




Para cerrar lo referente a este instrumento tan nuestro, tan metido dentro de nosotros, transcribo unas reflexiones escritas en su amanecer trujillano, con el paisaje en los ojos y las armonías de su cuatro en el corazón, del maestro Pablo Camaro[3]:

El cuatro es ese amigo que a través de su canto, equilibra los sentimientos y motiva la paz interior de cada ser. Es ese confidente que habla y vibra en la frecuencia del amor que le imprime su ejecutante. Son solo cuatro cuerdas que custodian una celda acústica, pero que bien tratadas, pueden producir una explosión de colores sonoros que conmueve al ser humano, a la naturaleza e ilumina el espacio donde él mora[4].

 

Alexander Lugo Rodríguez





[1] Doña Bárbara. Sección V: La Lanza en el Muro.

[2] Estos Testimonios aparecen en el libro: El Cuatro, de Alberto Arvelo Ramos, con fotografías de J.J. Castro, talleres Gráficos de Ex Libris, C.A., 3/12/1992. (El resaltado en negritas es nuestro).

[3] Fundador del Grupo Raíces, Cuatrista de alto vuelo y gran compositor.

[4] Testimonio enviado al autor de este ensayo como “nota de voz” vía https://web.whatsapp.com/


1 comentario:

  1. Excelente lo que afirmas. Deverdad que le has metido la lupa a la novela. Saludos desde Brasil

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