Jesús Ávila, nace en la población El Pilar, en Los Robles, isla de Margarita, el 27 de agosto de 1930. Reconocido compositor, cantante y guitarrista. Creador de más de dos centenas de canciones, entre las que se destacan: El Guanaguanare, Elegía Margariteña, El Salinero, El Gallo de Pascualita y El Mar. Otros temas como Viejo Caminito, El Yaurero, Rumbo a Oriente, y Rauda Rauda, demuestran la extraordinaria virtud como artista en la producción de canciones que enaltecen nuestra cultura popular venezolana.
En alguna ocasión, requerido para un
trabajo sobre El Canto Popular
Margariteño, expresó: “La música no tiene modernismo ni tiene época. La
música es un lineamiento que no tiene vejez ni juventud. La música está dentro
de los parámetros de todo un contexto de belleza”.
Cuando fue declarado Patrimonio
Cultural del Estado Nueva Esparta, con dolor refirió: “Cuando llego a esa
playa, sólo veo soledades que mueren entre el ramaje de los árboles”. Luis
Beltrán Prieto Figueroa describió al gentilicio margariteño en unos hermosos
versos:
bailan o lloran, cantan o sonríen
en la amistad fraterna dan el alma,
en el diario quehacer no ponen límite
y nadie sabe nunca si durmieron
o estuvieron velando.
Por su parte Jesús Ávila se desahoga: “El
mar, sólo el mar sabe mi pena…”. Veamos el significado de ser margariteño para
el poeta de Los Robles, el trovador que en las azules aguas imploraba por su
amada: “tráela para que vea la mar serena”. Apreciemos el valor de su
margariteñería:
Jesús Ávila, conocido en su Isla de Margarita
simplemente como “Chu”, falleció un día como hoy 14 de julio, del año 2012 a los
89 años de su edad.
“Yo admiro y siempre reconozco la
grandeza de aquel muchacho que trascendió su vida en los conucos trabajando la
agricultura, trabajando la pesca, sudando en el campo, en la cría, porque ese
muchacho se hermanó con la naturaleza bajo una dimensión, digamos, de gran valor,
un contraste de formación bella. En aquel tiempo, cuando mi juventud, no había tantos
vicios como ahora. Ahorita existe aquel alejamiento de las formaciones
naturales, de esa familiarización, de esa hermandad con la naturaleza, que es
lo que lleva al hombre a la formación espiritual y poética: ese mar, esa vegetación,
esos conucos sembrados, ese agricultor trabajando la tierra, ese pescador
tirando una atarraya…” (Jesús Ávila)
-Alexander Lugo Rodríguez-
Gratísimo texto a la memoria de uno de los baluartes del canto insular de raíz tradicional! ¡Destaca sobre todo, en nuestra opinión, dentro de la última cita, la referencia del "Chu" a la formación poética y espiritual, en el contexto de la mención a la contemplación de la naturaleza. Nos hace pensar en el trípode de Apolo Musageta, que algo sabía, como el Chu, de pulsar la lira y dirigir el coro de las Nueve!
ResponderEliminarGracias, especialmente, por compartir las palabras del bardo, tan acertadamente insertas en el texto. ¡Dulce et utile!
¡Que viva el legado musical y poético del Guanaguanare, raudo, raudo!
Que viva Chú Ávila con su Elegía margariteña!
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