jueves, 5 de agosto de 2021

Heraclio Fernández, un Zancudo tocado por el dedo del Altísimo. Por Alexander Lugo


Fue uno de los pioneros en la composición de valses venezolanos, merece un lugar muy especial en nuestra galería de músicos inmortales por la vigencia que aún tienen sus obras, particularmente su celebérrimo Diablo Suelto, compuesto en 1878 y que aún se ejecuta con mucho fervor. Se tienen registrados al menos 22 valses venezolanos compuestos por el maestro zuliano radicado desde niño en La Guaira, amén de Polkas, Danzas, Variaciones y un excepcional Método de Piano popular.

 

Desarrolla su gran talento en las diversas actividades en las que se destacó: música, periodismo, docencia, ejecución instrumental y composición. Se nos presenta con un pensamiento estructurado y una organización sistemática de su polifacético ingenio y espíritu emprendedor.

 

La exposición de tal pensamiento la realiza fundamentalmente en el ejercicio del periodismo, desempeño que hereda de su padre, desarrollando diversos proyectos editoriales, fundando dos periódicos, joyas en la difusión de literatura y música: El Zancudo y El Museo, y publicando trabajos de carácter literario-musical, bien en prosa o en verso, muchos de ellos de tipo satírico-humorístico, firmados con el seudónimo El Zancudo.

 

El 9 de enero de 1876 sale en Caracas el semanario El Zancudo, del cual será co-propietario hasta mediados de 1877, año en que se retira como editor, pero sigue colaborando como articulista. Veamos una reseña de este simpático Semanario de Literatura y Bellas Artes:

 

 

Este sería un exitoso periódico musical semanario con taller literario propio que abarcará ensayos, poesías, caricaturas, dibujos, composiciones y una alta dosis de humorismo que perduraría hasta 1889. Allí publicaron algunas de sus composiciones los músicos más importantes de finales del siglo XIX. (Mariantonia Palacios, 1998: 300)

 

En efecto, Ramón Delgado Palacios, Manuel Díaz Peña, Salvador Llamozas y el propio Heraclio Fernández, entre otros, publicarán parte de sus importantes obras musicales en El Zancudo. Este logró, por este medio, realizar una amplia divulgación de las partituras, así como la recopilación de un gran repertorio pianístico de autores venezolanos del siglo XIX.

 

En el catálogo de las obras musicales publicadas en El Zancudo, aparecen dos composiciones firmadas con el seudónimo El Zancudo: una danza de 1881 titulada Diamela y un valse de un año antes, con el curioso nombre de La Llora de El Zancudo, en coautoría con Aramburu, del cual sólo aparece el apellido, suponemos se trata de José Vicente de Aramburu.

      

El l0 de octubre de 1884 nuestro compositor emprende su segunda experiencia editorial, que al igual que El Zancudo se dedicará a los temas artísticos musicales, se trata de la Revista El Museo, un quincenario de breve existencia que como su nombre lo indica pretende ser la memoria en imágenes y textos de la actividad artística de su época, utilizando los mismo talleres de litografía e imprenta de El Zancudo, en esta revista se publica en cada entrega una pieza de música de salón de algún compositor del momento; así como trabajos literarios musicales tanto de tipo satírico-humorístico como del género "serio", en este último estilo publica Heraclio Fernández en El Museo una leyenda “cuya tendencia filosófica y moral, ponen de manifiesto la nobleza de corazón y buenos propósitos del joven pianista y escritor”. Esta leyenda se publicó con el título de "El dedo del Altísimo". Veamos:

 

Abundan reseñas biográficas de autores nacionales e internacionales, reseñas sobre espectáculos y estrenos de obras locales y foráneas, crónicas y críticas de conciertos y montajes operísticos, publicidad y noticias vinculadas a la educación musical, artículos sobre acústica, estética musical y etnomusicología folclore, músico terapia, técnica pianística, organología, difusión de partituras y una extraordinaria iconografia musical, así como un despliegue, también extraordinario, de grabados y fotograbados de los elencos de las compañías de opera visitantes, así como de otros concertistas viajeros. (Quintana, 2010: 98)

 


 Heraclio Suelto

     Heraclio Fernández Noya nació en Maracaibo en 1851. Hijo del Capitán de Navío Manuel María Fernández y de Trinidad Noya, pertenecía por ambas ramas familiares a círculos muy representativos de la cultura y la política de la época. Su padre, también escritor y músico, sería ante todo un periodista que ejerció este oficio tanto en Maracaibo como en La Guaira y Caracas. En 1858, cuando Heraclio cuenta con tan sólo 7 años, la familia Fernández Noya se traslada al Litoral central del entonces Distrito Federal, debido a que Don Manuel fue encargado de la Capitanía del puerto de La Guaira. A esta ciudad llega acompañado de sus padres y de su hermano Manuel, Don Manuel María se desempeñará además como dramaturgo, poeta, humorista, pianista y compositor.

 

Heraclio y su hermano Manuel mostraron desde niños condiciones para las actividades artísticas, heredando del padre las aptitudes musicales, el fino humor y la afición por las letras. Sin duda que el ambiente en que les tocó vivir su infancia y juventud moldearon sus caracteres y perfilaron sus ingenios. Ya desde temprano, el padre se constituye en el primer (y acaso único) maestro de música de sus dos hijos, enseñándoles los rudimentos de la ejecución pianística.

 

Desde muy joven se dedica al concierto y a la enseñanza, así como a la composición. Actuaba en diversas ciudades y pueblos, bien como solista o como acompañante-improvisador de piezas para piano a cuatro manos. A los 29 años de edad lo encontramos de nuevo en Maracaibo dando clases de piano, así como en La Guaira donde se radicará definitivamente en 1883.

 

Entre sus composiciones destaca una obra que cuenta con más de 143 años de creada y que se sigue interpretando y grabando con mucho éxito, El Diablo Suelto, un valse de entramada dificultad, que por su agilidad y escritura brillante (fiel reflejo del carácter de su autor) se ha denominado valse-joropeado, en la misma tradición de enrevesados valses como El Jarro Mocho de Federico Vollmer (1834-1901) y La Maricela de Sebastián Díaz Peña (1844-1926).

 

En la Enciclopedia de la música en Venezuela (1998) se señala al Diablo Suelto, “como una de las piezas de la tradición venezolana que mejor recoge el sentir nacional”. Esta popular pieza la dedica a sus amigos los redactores del periódico El Diablo Suelto, y, precisamente encartada en la edición de este periódico del 19 de marzo de 1878, aparece la partitura para piano del famoso valse homónimo.

 

Hoy se conoce un solo ejemplar de la partitura, mas no del periódico, que se encuentra por casualidad Alirio Díaz en un puesto de libros viejos de Caracas, la cual reproduce en su libro Música en la vida y lucha del pueblo venezolano, en 1980. Evidentemente aquella primera edición de El Diablo Suelto tiene diferencias sustanciales con las versiones que hoy se tocan.

 


Loco por el Piano

 Destaca Heraclio Fernández, además de compositor, como un brillante pianista, muy creativo en la interpretación de música popular y sobre todo en la improvisación. “Tocaba el piano con sentimiento exquisito y componía piezas de salón que los amantes de la buena música guardaban como modelo de ritmos y de formas”, se leía en una nota del Diario de Avisos luego de su fallecimiento. En la faceta de improvisador al piano destacó como un innovador.

 

Sin duda esa peculiar manera de interpretar e improvisar al piano la música venezolana hicieron de Heraclio el músico favorito de la sociedad citadina, esto reforzado por su carácter jovial y su agudo sentido del humor, en diferentes reseñas encontramos testimonios en este sentido, así podemos leer en El Diario de Avisos que:”

"Era de trato afable y cortés; sus modales eran cultos, y su figura simpática y su palabra fácil y chispeante le ganaban muchos adeptos”.

 

En la Enciclopedia de la música en Venezuela:

“Es un excelente exponente de esa locura por el piano y la vida de salón que inundó las principales ciudades del país en la segunda mitad del siglo XIX”

 

 Mariantonia Palacios en la Revista musical de Venezuela:

“Ese don especial para la improvisación lo convirtió en un profesor de piano muy solicitado”.

Sonia García y Pedro Acosta: "En los diarios investigados, pudimos recoger la opinión y el sentir del pueblo venezolano que ve y tiene en Heraclio Fernández un hombre de carácter gentil y alegre, bondadoso, caritativo y gran amigo”.

  

El Recurso del Método

     Revisemos su tratado técnico de acompañamiento pianístico, donde condensará toda la experiencia acumulada como ágil intérprete del instrumento rey de la época. Saca a la luz pública en el mes de diciembre de 1876 un Método para aprender a acompañar piezas de baile, que luego reeditará con ciertas modificaciones el año de 1883 como: Nuevo método para acompañar en el piano toda clases de piezas y en especial las de baile al estilo venezolano sin necesidad de ningún otro estudio a la altura de todas las capacidades.

 

En El Diario de Avisos podemos leer con respecto a su método:

 

Como acompañante al piano fue de los más notables, hasta el punto de haber compuesto y dado a la estampa un método de acompañamiento especial en su género, del cual han sacado gran provecho los aficionados al arte de los sonidos.

 

En diferentes ocasiones se publica en los periódicos de la época como Heraclio Fernández se ofrece para enseñar, acompañar, vender, reparar y afinar pianos. Es también uno de los primeros compositores del que se conocen piezas para piano a cuatro manos. Los testimonios de la época no dudan en presentarlo como un fino ejecutante y anuncian una y otra vez sus “Lecciones de piano y teoría musical”, así como que “enseña a acompañar”. No faltan tampoco anuncios donde ofrece en “venta pianos verticales de Europa y a precios escandalosamente módicos”, y en otros que “afina y repara pianos”.

 

En su Método Fernández da consejos y opiniones de interpretación y carácter, de sumo valor para saber hoy como se ejecutaban las piezas de baile en aquella época, estas piezas populares eran las de moda entonces: la danza, el merengue, el joropo, la polka y sobre todo el valse, que aún con su origen europeo, ya por esa época habían adquirido un carácter criollo propio sobre todo en su acompañamiento:

 

Nadie había podido someter a reglas el movimiento excesivamente caprichoso y original con que se acostumbra á (sic) acompañar las piezas de baile venezolanas; en mi primera edición di reglas para ello; la práctica de seis años más me ha puesto en capacidad de perfeccionarlas, haciéndolas más extensas y claras. (Revista musical de Venezuela N° 38: 312)

  

En este sentido, Heraclio recomienda en su Método:

"Se hará uso de los movimientos más sencillos en las primeras partes y de los más alegres en las segundas y evítese también el recargar demasiado el acompañamiento de escalas y adornos que sólo tienen cabida en ciertos lugares y que no siempre se pueden usar con éxito. La ejecución se adquiere tocando mucho, y en cuanto al buen gusto sólo se adquiere oyendo a personas que lo tengan”.

 

Este curioso método, que hoy se encuentra en la Biblioteca Nacional, da nociones y terminologías de teoría musical de gran interés para saber cómo eran esas enseñanzas de técnica pianística venezolana, en la época.

 

En una reseña periodística aparecida también en El Diario de Avisos, a propósito del fallecimiento repentino de Herac1io Fernández, se puede leer:

 

“Manifestó durante su breve existencia una viva pasión por las letras, cultivada siempre con buen humor. Muere a los treinta y cinco años de edad, el 5 de febrero de 1886 en el puerto de La Guaira”.

 

No se tienen datos de las causas de su fallecimiento en la plenitud de sus condiciones, en el mismo aviso se señala que: “Destaca en los siguientes campos artísticos: la composición musical, la enseñanza pianística, el periodismo artístico (El Zancudo - El Museo) y la concertística”. Se nos dice asimismo que “compuso una misa cuyo estreno se verifico con éxito en uno de los templos de Maracaibo”.

 

En la misma reseña se dan otros datos de interés: "Heraclio no sólo era profesor de piano, sino que también manejaba la pluma del periodista con agradable sazón y graciosa vena", Con relación al semanario que se identificaba con su apodo, nos dice la reseña:

 

El Zancudo, que fundó con nosotros en el año de 1876, y redactó durante mucho tiempo, guarda en sus páginas buena muestra del donaire y gracia con que dejaba correr la peñola nuestro malogrado amigo y llorado compañero. En esas páginas juguetea la palabra fácil y retozona del simpático Heraclio. (Diario de Avisos, 12 de febrero de 1886)

 

     Revisando el catálogo de partituras aparecidas en El Zancudo y El Museo, encontramos que ya para el año1876 se publican dos valses suyos: “Una súplica” y, “Recuerdos”. Fueron 22 valses publicados en un período de diez años, con seguridad escribió muchos más. También salieron publicadas en ese lapso: cuatro Danzas; cuatro Polkas, una Misa; y una Variación (sobre “el araguato”).

 

Según palabras de Alirio Díaz: “el instrumento de la burguesía europea y criolla del siglo romántico, se halló esta vez en manos populares para expresar un propio lenguaje nacional musical a través de valses, merengues, danzas, joropos, etc.”

 Heraclio Fernández y su musa se soltaron hace siglo y medio y todavía revolotean y zumban como el alegre zancudo con que se representó. En apenas 35 años de vida, desplegó como pocos, su prodigioso y exuberante talento en tan disimiles y exigentes disciplinas. Será recodado siempre por su inmortal diablo, que aun anda suelto haciendo travesuras por el mundo musical venezolano.

 

Alexander Lugo Rodríguez

05/08/2021






No hay comentarios:

Publicar un comentario

“Traigo la Salsa” en su Día Nacional. Por Alexander Lugo

  Hoy celebramos en Venezuela el día nacional de la Salsa, en su honor rememoro mis incipientes amores y escarceos con la música bailable: C...