Fue uno de los pioneros en la
composición de valses venezolanos, merece un lugar muy especial en nuestra
galería de músicos inmortales por la vigencia que aún tienen sus obras, particularmente
su celebérrimo Diablo Suelto,
compuesto en 1878 y que aún se ejecuta con mucho fervor. Se tienen registrados
al menos 22 valses venezolanos compuestos por el maestro zuliano radicado desde
niño en La Guaira, amén de Polkas, Danzas, Variaciones y un excepcional Método
de Piano popular.
Desarrolla su gran talento en las
diversas actividades en las que se destacó: música, periodismo, docencia,
ejecución instrumental y composición. Se nos presenta con un pensamiento
estructurado y una organización sistemática de su polifacético ingenio y
espíritu emprendedor.
La exposición de tal pensamiento la
realiza fundamentalmente en el ejercicio del periodismo, desempeño que hereda
de su padre, desarrollando diversos proyectos editoriales, fundando dos
periódicos, joyas en la difusión de literatura y música: El Zancudo y El
Museo, y publicando trabajos de carácter literario-musical, bien en prosa o
en verso, muchos de ellos de tipo satírico-humorístico, firmados con el seudónimo
El Zancudo.
El 9 de enero de 1876 sale en Caracas
el semanario El Zancudo, del cual será co-propietario hasta mediados de
1877, año en que se retira como editor, pero sigue colaborando como
articulista. Veamos una reseña de este simpático Semanario de Literatura y
Bellas Artes:
Este sería
un exitoso periódico musical semanario con taller literario propio que abarcará
ensayos, poesías, caricaturas, dibujos, composiciones y una alta dosis de humorismo
que perduraría hasta 1889. Allí publicaron algunas de sus composiciones los
músicos más importantes de finales del siglo XIX. (Mariantonia
Palacios, 1998: 300)
En efecto, Ramón Delgado Palacios,
Manuel Díaz Peña, Salvador Llamozas y el propio Heraclio Fernández, entre
otros, publicarán parte de sus importantes obras musicales en El Zancudo. Este
logró, por este medio, realizar una amplia divulgación de las partituras, así
como la recopilación de un gran repertorio pianístico de autores venezolanos
del siglo XIX.
En el catálogo de las obras musicales
publicadas en El Zancudo, aparecen dos composiciones firmadas con el seudónimo
El Zancudo: una danza de 1881
titulada Diamela y un valse de un año antes, con el curioso nombre de La
Llora de El Zancudo, en coautoría con Aramburu, del cual sólo aparece el
apellido, suponemos se trata de José Vicente de Aramburu.
El l0 de octubre de 1884 nuestro
compositor emprende su segunda experiencia editorial, que al igual que El
Zancudo se dedicará a los temas artísticos musicales, se trata de la
Revista El Museo, un
quincenario de breve existencia que como su nombre lo indica pretende ser la
memoria en imágenes y textos de la actividad artística de su época, utilizando
los mismo talleres de litografía e imprenta de El Zancudo, en esta revista
se publica en cada entrega una pieza de música de salón de algún compositor del
momento; así como trabajos literarios musicales tanto de tipo
satírico-humorístico como del género "serio", en este último estilo
publica Heraclio Fernández en El Museo una leyenda “cuya tendencia
filosófica y moral, ponen de manifiesto la nobleza de corazón y buenos
propósitos del joven pianista y escritor”. Esta leyenda se publicó con el
título de "El dedo del Altísimo". Veamos:
Abundan
reseñas biográficas de autores nacionales e internacionales, reseñas sobre espectáculos
y estrenos de obras locales y foráneas, crónicas y críticas de conciertos y
montajes operísticos, publicidad y noticias vinculadas a la educación musical, artículos
sobre acústica, estética musical y etnomusicología folclore, músico terapia, técnica
pianística, organología, difusión de partituras y una extraordinaria iconografia
musical, así como un despliegue, también extraordinario, de grabados y fotograbados
de los elencos de las compañías de opera visitantes, así como de otros concertistas
viajeros. (Quintana, 2010: 98)
Heraclio Suelto
Heraclio Fernández Noya nació en Maracaibo en 1851. Hijo del Capitán de Navío Manuel María Fernández y de Trinidad Noya, pertenecía por ambas ramas familiares a círculos muy representativos de la cultura y la política de la época. Su padre, también escritor y músico, sería ante todo un periodista que ejerció este oficio tanto en Maracaibo como en La Guaira y Caracas. En 1858, cuando Heraclio cuenta con tan sólo 7 años, la familia Fernández Noya se traslada al Litoral central del entonces Distrito Federal, debido a que Don Manuel fue encargado de la Capitanía del puerto de La Guaira. A esta ciudad llega acompañado de sus padres y de su hermano Manuel, Don Manuel María se desempeñará además como dramaturgo, poeta, humorista, pianista y compositor.
Heraclio y su hermano Manuel mostraron
desde niños condiciones para las actividades artísticas, heredando del padre
las aptitudes musicales, el fino humor y la afición por las letras. Sin duda
que el ambiente en que les tocó vivir su infancia y juventud moldearon sus
caracteres y perfilaron sus ingenios. Ya desde temprano, el padre se constituye
en el primer (y acaso único) maestro de música de sus dos hijos, enseñándoles
los rudimentos de la ejecución pianística.
Desde muy joven se dedica al concierto
y a la enseñanza, así como a la composición. Actuaba en diversas ciudades y pueblos,
bien como solista o como acompañante-improvisador de piezas para piano a cuatro
manos. A los 29 años de edad lo encontramos de nuevo en Maracaibo dando clases
de piano, así como en La Guaira donde se radicará definitivamente en 1883.
Entre sus composiciones destaca una
obra que cuenta con más de 143 años de creada y que se sigue interpretando y
grabando con mucho éxito, El Diablo
Suelto, un valse de entramada dificultad, que por su agilidad y
escritura brillante (fiel reflejo del carácter de su autor) se ha denominado
valse-joropeado, en la misma tradición de enrevesados valses como El Jarro
Mocho de Federico Vollmer (1834-1901) y La Maricela de Sebastián
Díaz Peña (1844-1926).
En la Enciclopedia de la música en Venezuela
(1998) se señala al Diablo Suelto, “como una de las piezas de la
tradición venezolana que mejor recoge el sentir nacional”. Esta popular pieza la
dedica a sus amigos los redactores del periódico El Diablo Suelto, y,
precisamente encartada en la edición de este periódico del 19 de marzo de 1878,
aparece la partitura para piano del famoso valse homónimo.
Hoy se conoce un solo ejemplar de la
partitura, mas no del periódico, que se encuentra por casualidad Alirio Díaz en
un puesto de libros viejos de Caracas, la cual reproduce en su libro Música
en la vida y lucha del pueblo venezolano, en 1980. Evidentemente aquella primera
edición de El Diablo Suelto tiene diferencias sustanciales con las
versiones que hoy se tocan.
Loco
por el Piano
Destaca Heraclio Fernández, además de compositor, como un brillante pianista, muy creativo en la interpretación de música popular y sobre todo en la improvisación. “Tocaba el piano con sentimiento exquisito y componía piezas de salón que los amantes de la buena música guardaban como modelo de ritmos y de formas”, se leía en una nota del Diario de Avisos luego de su fallecimiento. En la faceta de improvisador al piano destacó como un innovador.
Sin duda esa peculiar manera de
interpretar e improvisar al piano la música venezolana hicieron de Heraclio el
músico favorito de la sociedad citadina, esto reforzado por su carácter jovial
y su agudo sentido del humor, en diferentes reseñas encontramos testimonios en
este sentido, así podemos leer en El Diario de Avisos que:”
"Era de trato afable y cortés; sus
modales eran cultos, y su figura simpática y su palabra fácil y chispeante le
ganaban muchos adeptos”.
En la Enciclopedia de la música en
Venezuela:
“Es un excelente exponente de esa
locura por el piano y la vida de salón que inundó las principales ciudades del
país en la segunda mitad del siglo XIX”
Mariantonia Palacios en la Revista musical de Venezuela:
“Ese don especial para la improvisación
lo convirtió en un profesor de piano muy solicitado”.
Sonia García y Pedro Acosta: "En los diarios investigados, pudimos recoger la opinión y el sentir del pueblo venezolano que ve y tiene en Heraclio Fernández un hombre de carácter gentil y alegre, bondadoso, caritativo y gran amigo”.
El
Recurso del Método
Revisemos su tratado técnico de acompañamiento pianístico, donde condensará toda la experiencia acumulada como ágil intérprete del instrumento rey de la época. Saca a la luz pública en el mes de diciembre de 1876 un Método para aprender a acompañar piezas de baile, que luego reeditará con ciertas modificaciones el año de 1883 como: Nuevo método para acompañar en el piano toda clases de piezas y en especial las de baile al estilo venezolano sin necesidad de ningún otro estudio a la altura de todas las capacidades.
En El Diario de Avisos podemos
leer con respecto a su método:
Como acompañante al piano fue de los más notables, hasta el punto de haber compuesto y dado a la estampa un método de acompañamiento especial en su género, del cual han sacado gran provecho los aficionados al arte de los sonidos.
En diferentes ocasiones se publica en los
periódicos de la época como Heraclio Fernández se ofrece para enseñar,
acompañar, vender, reparar y afinar pianos. Es también uno de los primeros
compositores del que se conocen piezas para piano a cuatro manos. Los
testimonios de la época no dudan en presentarlo como un fino ejecutante y
anuncian una y otra vez sus “Lecciones de
piano y teoría musical”, así como que “enseña a acompañar”. No faltan
tampoco anuncios donde ofrece en “venta pianos verticales de Europa y a precios
escandalosamente módicos”, y en otros que “afina y repara pianos”.
En su Método Fernández da
consejos y opiniones de interpretación y carácter, de sumo valor para saber hoy
como se ejecutaban las piezas de baile en aquella época, estas piezas populares
eran las de moda entonces: la danza, el merengue, el joropo, la polka y sobre
todo el valse, que aún con su origen europeo, ya por esa época habían adquirido
un carácter criollo propio sobre todo en su acompañamiento:
Nadie
había podido someter a reglas el movimiento excesivamente caprichoso y original
con que se acostumbra á (sic) acompañar las piezas de baile venezolanas; en mi
primera edición di reglas para ello; la práctica de seis años más me ha puesto
en capacidad de perfeccionarlas, haciéndolas más extensas y claras. (Revista
musical de Venezuela N° 38: 312)
En este sentido, Heraclio recomienda en
su Método:
"Se hará uso de los movimientos más sencillos en las primeras partes y de los más alegres en las segundas y evítese también el recargar demasiado el acompañamiento de escalas y adornos que sólo tienen cabida en ciertos lugares y que no siempre se pueden usar con éxito. La ejecución se adquiere tocando mucho, y en cuanto al buen gusto sólo se adquiere oyendo a personas que lo tengan”.
Este curioso método, que hoy se
encuentra en la Biblioteca Nacional, da nociones y terminologías de teoría
musical de gran interés para saber cómo eran esas enseñanzas de técnica
pianística venezolana, en la época.
En una reseña periodística aparecida
también en El Diario de Avisos, a propósito del fallecimiento repentino
de Herac1io Fernández, se puede leer:
“Manifestó
durante su breve existencia una viva pasión por las letras, cultivada siempre
con buen humor. Muere a los treinta y cinco años de edad, el 5 de febrero de
1886 en el puerto de La Guaira”.
No se tienen datos de las causas de su
fallecimiento en la plenitud de sus condiciones, en el mismo aviso se señala
que: “Destaca en los siguientes campos artísticos: la composición musical, la
enseñanza pianística, el periodismo artístico (El Zancudo - El Museo) y la
concertística”. Se nos dice asimismo que “compuso una misa cuyo estreno se
verifico con éxito en uno de los templos de Maracaibo”.
En la misma reseña se dan otros datos
de interés: "Heraclio no sólo era profesor de piano, sino que también
manejaba la pluma del periodista con agradable sazón y graciosa vena", Con
relación al semanario que se identificaba con su apodo, nos dice la reseña:
El
Zancudo, que fundó con nosotros en el año de 1876, y redactó durante mucho tiempo,
guarda en sus páginas buena muestra del donaire y gracia con que dejaba correr
la peñola nuestro malogrado amigo y llorado compañero. En esas páginas juguetea
la palabra fácil y retozona del simpático Heraclio. (Diario de Avisos, 12 de febrero de 1886)
Revisando el catálogo de partituras aparecidas en El Zancudo y El Museo, encontramos que ya para el año1876 se publican dos valses suyos: “Una súplica” y, “Recuerdos”. Fueron 22 valses publicados en un período de diez años, con seguridad escribió muchos más. También salieron publicadas en ese lapso: cuatro Danzas; cuatro Polkas, una Misa; y una Variación (sobre “el araguato”).
Según palabras de Alirio Díaz: “el
instrumento de la burguesía europea y criolla del siglo romántico, se halló
esta vez en manos populares para expresar un propio lenguaje nacional musical a
través de valses, merengues, danzas, joropos, etc.”
Heraclio Fernández y su musa se soltaron hace siglo y medio y todavía revolotean y zumban como el alegre zancudo con que se representó. En apenas 35 años de vida, desplegó como pocos, su prodigioso y exuberante talento en tan disimiles y exigentes disciplinas. Será recodado siempre por su inmortal diablo, que aun anda suelto haciendo travesuras por el mundo musical venezolano.
Alexander
Lugo Rodríguez
05/08/2021
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