Es cosa sabida que en nuestros cantos
de faenas se alaba la naturaleza, la cosecha que se nos brinda y la
peculiaridad de la vida del campo, se enmaraña el misticismo de estos cantos
con la magia y la religión. La gente más humilde del pueblo, en sus faenas de
trabajo involucra constantemente el canto como aliviador espiritual de los
estragos de la rudeza del trabajo, esto tiene mucho de la identidad, sobre todo
la identidad sonora, haciendo parte de la historia social y cultural de los
pueblos latinoamericanos.
En su libro Cantos de Trabajo del Pueblo Venezolano, de 1955, el maestro Luis
Felipe Ramón y Rivera (1913–1993), fue de los pioneros en estudiar estas
manifestaciones de carácter estético-utilitario. El autor asume que el canto de
trabajo es universal:
“El
hombre canta mientras trabaja, muchas veces con el deseo de acompañarse, de no
estar completamente solo. Cualquier canto aprendido quién sabe dónde puede
acompañar al hombre en su trabajo”.
Los Cantos de Trabajo, - denominados
“Tonadas” en la región del Llano- poseen un carácter funcional y están al servicio
de las faenas, su valor espiritual consiste en distraer, y aliviar del esfuerzo
por las mismas. Estos cantos son tan numerosos como plurales en nuestra
geografía, y en todos los momentos que implique las labores humanas. Así, los
hay agrícolas y de pastoreo, de colecta de la cosecha, del oficio de pilar o
del mero acto del lavado de ropa a orillas de un rio, referidos a las labores
manuales más diversas. Por lo general son cantos individuales, con sus notables
excepciones.
“La
manera como nuestro pueblo ha mezclado diferentes ritmos, escalas giros
melódicos, es tan original, que no tenemos reparo en proclamar como algo
puramente nacional esta música”, nos revela Ramón y Rivera. Esto hace desde
luego, que sea un canto en conexión con el trabajo, el fruto y el ente
espiritual protector.
Aquella condición de individualidad se
cumple a veces entre dos personas que trabajan, y así surge un diálogo; por
ejemplo en los cantos de arreo de ganado, los de coger café y los de pilar
maíz. En cuanto a los “cantos colectivos”, no hay mejor ejemplo que el de
lavanderas, registrado por Francisco Carreño y otros en el estado Yaracuy.
Las diversas faenas relacionadas con la
cría de ganado vacuno, han sido descritas por nuestros mejores escritores. Los cantos apaciguan el ganado, como el amor
al llanero. De modo directo, en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos es el
personaje “Antonio Sandoval” quien lo define semiológicamente, cuando echa en
cara a “Marisela” su amor por “Santos Luzardo”: —“Usted es para el doctor,
mejorando lo presente, como la tonada para el ganado, que si no la escucha
cantar, a cada rato está queriendo barajustarse”.
En la misma obra, Gallegos evoca: “bajo
un cielo de pizarra, se eleva el cabildeo plañidero de centenares de reses que
serán conducidas camino de Caracas, a través de leguas y leguas de sabanas
anegadas, paso a paso, al son de las tonadas de los encaminadores: Ajilá, ajilá, novillo/ por la huella el
cabestrero/ para contarte los pasos/ del corral al matadero”.
Veamos algunos de los Cantos y Pregones
de Trabajo más representativos:
Los
Cantos de Ordeño
Contribuyen notablemente a apaciguar
los animales. En la copla que se canta va siempre el nombre de la vaca, ya
expresamente como parte del sentido de la copla, o bien como aditamento final,
que el hombre repite dos o tres veces para que la vaca lo oiga bien. Llámese
cantos ‘de ordeño’ las vocalizaciones improvisadas por los llaneros al pie de
las reses, mientras extraen la leche de las vacas que han tenido cría.
En “Doña Bárbara”, se describe una
escena tomada de los llanos apureños:
“Con el
primer menudeo de los gallos comenzaba el ordeño. ‘Jesusito’ se apostaba
friolento en la puerta del corral de los becerros, y los ordeñadores entraban
en el de las vacas, rejo y camaza en mano y con la copla ya pronta en los
labios: Lucerito e la mañana/ préstame
tu claridad / para alumbrarle los pasos/ a mi amante que se va.
La literatura venezolana es pródiga en
testimonios sobre los cantos de ordeño. En la novela Memorias de Mamá Blanca
(1929), Teresa La Parra trae un bello pasaje que hace alusión al oficio:
“Daniel trataba de que las vacas
estuviesen bien atendidas para que diesen mucha leche en primer lugar, y para
que al sentirse felices y satisfechas no pudiendo ellas prescindir de él. El
procedimiento del ordeño era el siguiente: después de haber lanzado sus tres
llamados o gritos musicales, entonada mezcla de asonancias con disonancias,
cosa imposible de imitar: ¡Nooooche Buena, Noche Bueeeena, Noche Buena!”
Los cantos de ordeño establecen una
atadura espiritual entre el llanero y el ganado. Es una suerte de amor entre
hombre y animal, expresado en melodías.
Los
Cantos de Arreo
El Llano es el escenario de uno de los
cantos de trabajo más interesantes. El Llano con sus condiciones topográficas,
su clima, sus rigores naturales. Allí el “ordeñador” en las queseras, o el que
conduce las puntas de ganado, o el simple veguero son otros tantos protagonistas
de una vida difícil que tiene en el canto y en el amor los únicos escapes de
posible espiritualidad. Por eso van siempre juntos la copla amorosa con la
melodía, que lo mismo puede ser para amansar los animales, como para armar
bullicio en la ocasión de un Joropo. Los peones cantan a las reses que
encaminan a las ventas o mataderos. Las largas jornadas ofrecen tiempo a las
improvisaciones de versos y cuartetas:
Camino del llano viene
Puntero en la soledad
El cabestrero cantando
Su copla en la madrugá aaaaaah
El toro pita la vaca
Y el novillo se retira
Como el novillo era toro
La vaca siempre lo mira
Cantos
de Molienda
Para moler la caña se empleó durante
mucho tiempo el método más primitivo, El
Trapiche colonial. De grandes maderos dentados, fue hermano del arado,
también de madera, el que se usaba para abrir el surco, tirado por eglógicos
bueyes. Para este fatigoso trabajo lento y tedioso, inventaron nuestros hombres
sus cantos de molienda. El que arreaba alternando con el que metía la caña
entre las ruedas, cantaba coplas como esta:
Muele bueycito querido
Que el guarapo ya salió
Ya la caña se molió
Su amo queda agradecido
En Mapararí (Falcón) añadían a los
tradicionales “cantos de molienda” (también llamados de “Trapiche”) un ritmo
que llamaban el “Tun-Tun del trapiche”. Este tun-tun se lleva a cabo al momento
de batir el melado de la caña dentro de las bateas y lo producen con las
grandes palas de madera, golpeando con ellas mientras baten, dentro de la
batea, y con el mago de los palos sobre el borde de la misma. El ritmo
producido tiene dos timbres: el de la pala adentro, ronco y pastoso, y el del
mango, afuera, agudo: Taca-Ti, Taca-Tí (semejante al ritmo del quitiplás).
Cantos
de Lavanderas
Los cantos que entonan las lavanderas
son uno de los ejemplos más raros e interesantes de cantos colectivos de
trabajo. La investigación de estos cantos fue realizada en un viaje que
hicieron en 1947 J. M. Cruxent, Juan Pablo Sojo y Francisco Carreño a Yaracuy,
rio San Javier.
Para lavar necesito
Un río con agua clara
Y para lavar mis penas
Me basta con tu mirada
He aquí un extracto de un "Canto
de lavanderas" Interpretado por las voces femeninas de "Vasallos de Venezuela":
https://www.youtube.com/watch?v=v-2TqksVGZI&ab_channel=HectorMolina
Cantos
de recolecta de Café
La recolección o “cogida” de café tiene
en los estados andinos y especialmente en el Táchira, un encanto especial. Bien
lo dice la copla:
Tengo que coger café
Del más maduro al pintón
Y a las muchachas bonitas
Robarles el corazón
Provistos de unas cestas grandes salen
hombre y mujeres en ruidosa algarabía hasta la plantación, donde los arbustos
cargados con el rojo intenso del fruto, esperan para colmar las cestas. Durante
el trayecto y mientras realizan la colecta, entonan coplas alternadamente; a la
distancia responde un cantor o una cantora.
Canto de Recolección de Café y Cacao
(Yojo) · Trabajo y Persona:
https://www.youtube.com/watch?v=Bnez7ow511Q&ab_channel=VariousArtists-Topic
Cantos
de Pilar Maíz
El pilado se efectúa por lo general
entre dos mujeres, cada una de las cuales se sitúa provista de su respectiva
“mano e’ pilón” (mazo largo de madera de unos 4 Kg.) frente al pilón. Una vez
colocado el maíz dentro y convenientemente humedecido, empieza la faena que
consiste en golpear con el mazo en el fondo sobre el maíz. El peso de la “mano
e’ pilón” de por sí es suficiente para lograr que el grano vaya soltando la
piel. El trabajo y lo pesado de él consiste en levantar el mazo, operación que
cansa desde los primeros momentos. La funcionalidad de este canto se expresa
muy bien en esa sílaba “Oy” (a veces dicen “ay”) que acompaña el momento en que
desciende el mazo. En ese momento la mujer expele con fuerza el aire, para
respirar de nuevo al levantar el mazo. Al oír este canto se siente
inevitablemente la angustia del cansancio. Interesante este Canto de Pilón (Canto
Popular del Oriente Venezolano -Edo Sucre) interpretado por la Cultora Popular
Sucrense Guillermina Ramírez (1920-2011):
https://www.youtube.com/watch?v=pRzBiHKASag&ab_channel=EfrainSalazarT.
A mi me gusta pilar
Pero por la mañanita
Porque me gusta lucir
Vestidos de florecita
Muchacho dile a tu madre
Que le mando a decir yo
Que yo no tengo marido
Porque ella me lo quitó
Los
Pregones
La gracia popular halla sonoro cauce en
las ciudades. Es también este un canto de trabajo. Algunos pregoneros anuncian
con entonación musical bien definida, sus mercancías. En Caracas el canto de
los pregoneros pone una alegre nota de color a la vida ciudadana.
El oficio de pregonero es uno de los
más nobles y más hermosos que siempre han existido. Pregonar es publicar para
ser oído por multitudes. Pregonar es hacer notorio en voz alta algo para que llegue
a conocimiento de todos. Pero pregonar es también alabar en público los hechos,
virtudes o cualidades de algo o alguien.
El pregón comercial, era el anuncio que
se hacía a voz en cuello, gritado para anunciar lo que se vendía, lo que se
ofrecía en forma ambulante. En Venezuela el pregón del vendedor ambulante se transformó
en un género musical, representado en la historia nutrida y diversa, que nació
de un grito y una necesidad.
Las voces callejeras que anunciaban las
bondades de sus productos abundan en la crónica venezolana: El manguero, el botellero, el amolador,
el pescadero, el frutero, el periodiquero,
el ponchero, el pastelero, el cafecero, el billetero y muchos más son personajes que no pertenecen a la
imaginería popular sino a la realidad de un país engarzado en el Caribe y en su
propio mundo de tradiciones.
José Rafael Pocaterra plasmó en su
genial cuento “De cómo Panchito Mandefuá fue a cenar con el Niño Dios” un
inolvidable pregón venezolano:
“Limpio, pulío/ limpio pulío... que
era el pregón del limpiabotas, y el siempre necesario poeta Andrés Eloy Blanco,
en su obra “Giraluna” asentó el antecedente de un pregón familiar del estado
Carabobo: “Naranjas de Valencia/ naranjas amarillas de cuando el naranjo se baña/
naranjas de cuando el sol parece que en la alborada/ va a salir del horizonte,
y sale de las naranjas”.
Aquiles Nazoa fue otro valor para el
pregón. Y bastaría su “Amolador”, inspirador de un bello tema en su homenaje
para contar estrellas y pedir deseos con él. He aquí: El Amolador: Aquiles
Nazoa, interpretado por Lilia Vera:
En Venezuela el Pregón sigue
escribiendo sus páginas. Ahora con la difícil situación económica han vuelto a aparecer
los pregoneros: se cambian plátanos, pescado a orilla de playa, racimos de
plátanos al borde de la carretera por víveres, productos de limpieza, sal, lo
que se produce en sus zonas por productos empaquetados. Todo un trueque. Y los
vendedores de frutas han vuelto a dejar sonar la melodía: Si hay patilla, naranjas y
melones, lleve el mango lleve la parchita, lleve el cambur… No son tan
musicales, pero son pregoneros.
Alexander Lugo
Rodríguez
19 de septiembre
de 2021
Cantos de trabajo interpretados por
Soledad Bravo:
El Pregón de las Flores (Rafael Salazar) Interpretado por el Ensamble Entrama’o:
¡Bellísimo paseo por tan particular y creativa tradición profe! Muy agradable lectura para comenzar el día.
ResponderEliminarUn cordial saludo mi hermano...Las naranjas de Valencia que tú comentas son de la autoria de la valenciana Maria Luisa Escobar...
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