sábado, 30 de octubre de 2021

Canto y Flores para el Maestro Antonio Carrillo. Autor: Alexander Lugo

 


“Vengo porque mi música

siempre ha estado al pie de la justicia”.

(Antonio Carrillo)

 

En un hermoso libro de partituras con cuarenta y dos de las obras del músico nacido en Barquisimeto el 29 de octubre de 1892: “Homenaje al Maestro Antonio Carrillo”, se recuerda la vida y obra de este gran músico que nos dejó -en exactamente setenta años de vida- una obra espléndia. Fue una edición del año 1978 del Ministerio de Información y Turismo. Su propósito se nos presenta en la primera página:

“Se pretende con esta publicación rendir justo homenaje al maestro Antonio Carrillo, señor del bandolín, en reconocimiento a su fecundo trabajo desbordante de resonancias telúricas, y devolver al pueblo de Venezuela esta obra de la cual es sólo el auténtico inspirador”.


Destaca entre el grupo, su famoso vals “Como llora una Estrella”, en el manuscrito aparece la fecha de “Diciembre 1918”. Aunque se ha dicho que es una composición del maestro Carrillo de 1915, no hay evidencias de este hecho, así que asumimos la que aparece con una hermosa caligrafía en la copia del manuscrito, que seguramente heredó de su Maestro Pedro Istúriz Meneses, con quien estudió composición y armonía y aprendió a copiar música. También es importante destacar que su famosa Polka “El Saltarín”, grabado por un importante número de excelentes mandolinistas, no aparece en esta publicación.

 

Muchas historias rodean a su famoso vals “Como llora una Estrella”, que esa era la melodía que tarareaba mientras lo trasladaban desde la ciudad de Quíbor hasta su amada Barquisimeto, donde falleció a los dos días, sería un 13 de julio de 1962. Se dice que fue el Padre Carlos Borges, a quien le llevaba una serenata, y al interpretar su nueva composición y enterarse que aún no tenía nombre, dispuso: “Póngale Como llora una Estrella”.

 Cómo Llora Una Estrella

Este vals fue concebido de manera instrumental, como la mayoría de sus obras, sin embargo ha tenido en su historia hasta siete letras distintas. Entre ellas: la de Arnoldo Vivas Toledo, un músico de Los Teques, versión que fue grabada por Alfredo Sadel y el mexicano Marco Antonio Muñiz. Esta era la preferida del maestro Carrillo. En su primera parte dice:

 

Recuerdos de un ayer que fue pasión

El suave titilar que ayer yo vi

En tu dulce mirar tu amor sentí

Tu cara angelical, rosa de abril.

 

Otros que le han puesto letra son, Napoleón Arráiz quien escribió dos distintas, el compositor Juan Ramón Barrios y otra del gran mandolinista y compositor Ricardo Mendoza. Existe una letra de Elisio Giménez Sierra, nacido en el pueblo de Atarigua, muy distinta a la cantada por Marco Antonio Muñiz y Alfredo Sadel, y que también se ha popularizado mucho. En su segunda parte dice:

 

Tú que por su ventana puedes ver

Asómate a la reja y dile que

Mi corazón suspira por su amor

Y yo me estoy muriendo de dolor

Dile que una palabra nada más

Que salga de sus labios podrá ser

La dicha de mi vida la felicidad.

 Como llora una estrella - Jesús Sevillano

Manuel Rodríguez Cárdenas lo bautizó como “El mejor bandolinista de América”: “así lo llamé yo, con el derecho que me da el haberme pasado lo más ancho de mi vida con el oído pegado a los sones que brotan de mi tierra”, enfatizó. Sus palabras nos remiten a la trascendencia de este importante músico: “por aquella su música, que arranca a pedazos y le desbordaba de los dedos, lo mismo que una rosa se asoma en el balcón del vaso y resume toda la inmensidad de Dios”.

 

El día once del mes de julio de 1962, el maestro Antonio Carrillo se había trasladado hasta la población de Quíbor, para agasajar con una serenata, a su amigo el músico, compositor y periodista Juan Pablo Ceballos (1901-1985). Ese día estrena un bello vals titulado “Canto y Flores” –canto para la Divina Pastora y Flores para la Virgen de Altagracia-. Durante la tertulia musical esa tarde sufre un accidente cerebro-vascular y es trasladado a Barquisimeto, donde fallece el 13 de julio.

 

Para despedirnos con la musa que brota de su música tan sublime, apreciemos una vez más las palabras de su entrañable amigo Rodríguez Cárdenas: “Oírle era estarse en actitud absorta, meterse en una barca de velas inflamadas, poner la mano en la corva mancera de un arado de voces arpadas y regresar con el alma repleta hasta los imbornales de espigas, lauros, algas, sol y caracoles. Oírle, en fin, era recibir el poderoso mensaje de la música que Dios puso en las cosas cuando pobló la tierra”.

 

Ese intenso y eterno mensaje de su música que nos dejara el alma “henchida de romántica ansiedad”, hará imperecedero el recuerdo del maestro Antonio Carrillo y su inmortal bandolín. A ciento veintinueve años de su luz lo ofrendamos con Cantos y Flores.

 

 

Alexander Lugo Rodríguez

29/10/2021

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