Todo fue, todo me pareció entonces como un presagio,
como el preludio de una vida nueva, distinta,
a la de aquel niño pobre, delgadito y débil,
que el San Cristóbal de 1920 vio salir un día de sus
entrañas
con un cargamento de música, de ilusiones y de poesía...
(L. F. Ramón y Rivera)
El 22 de octubre de 1993 falleció en
Caracas Luis Felipe Ramón y Rivera, iniciador de los estudios de
etnomusicología en Venezuela, compositor, poeta, cronista de tradiciones
folclóricas del país, y docente universitario. Necesaria referencia para la
investigación y estudio del folklore y música venezolana. Su extensa obra
bibliográfica contiene libros, artículos, transcripciones y arreglos musicales.
Los avatares de la vida lo hicieron trashumante desde niño; pero siempre San Cristóbal fue una meta. Allí volvió indefectiblemente una y mil veces, como todos los tachirenses que hoy lo rodean en Caracas la patria grande. Su obra de investigador, indudablemente, pertenece a Venezuela toda, y trasciende fronteras, pero su música está enclavada allí en sus Andes inmensos, en tanto son su expresión inigualable. Por ello su obra musical es inseparable de la tierra que representa, aunque muchas de sus piezas hayan sido escritas en lejanía.
En abril de 1945 Ramón y Rivera viajó a Montevideo con una beca del Gobierno Nacional. Sobre esta salida nos dejó esta bella descripción:
...Cuando el avión levantó el vuelo sobre las playas de mi país, verdes de cocoteros y rojos en las hileras de sus casas de tejas, yo miré por primera vez en mi vida, experimenté lo que el pájaro o el condor están acostumbrados a mirar y sentir. La sensación de vuelo. Se levanta la nave, se alza sobre la hilera de piedras y oleaje de la playa, y entonces logré presenciar algo único, que no se puede ver en tierra: Bordeando la larguísima playa, sobre las aguas, yo descubrí una inmensa esmeralda que con la luz del sol irradiaba profusos y fuertes verdes, y debajo de las aguas brillaban también como gemas, piedras de verdor alucinante.
Ramón y Rivera dirigió el INAF hasta su jubilación en 1977 y luego se dedicó a escribir con gran fruición publicando sus diferentes libros sobre música tradicional de Venezuela, trabajo que alternó con las clases que dictó hasta poco antes de morir. Estos trabajos los compartía con la composición musical, la poética y la prosa.
Sus ``Memorias de un Andino'', y sus ``Pueblos tachirenses'' habla de su amor por la tierra natal; pero también le preocupan los diversos problemas sociales y culturales del país como dan cuenta de ellos sus cartas a El Nacional y numerosos escritos, incluyendo los versos de su última obra musical titulada ``Aguinaldo de la Esperanza''.
Luis Felipe amó intensamente la vida e hizo todo lo necesario para prolongarla durante su larga y penosa enfermedad.
Para él:
"Somos partículas infinitesimales del Cosmo. Estamos de paso en la tierra por un azar divino, experimentamos en ella el incomparable bien de pensar, ver, oír, sentir esta realidad vital que es nuestro paso consciente por la vida... y al llegar la muerte comprender que ese momento es necesario; que nosotros, partículas divinas pensantes provisionalmente, fulgimos y nos apegamos en un segundo, en un instante de luz semejante a aquel que en las noches profundas fulguran las luciérnagas”.
Autor: Alexander Lugo
31/10/2021
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