El “Indio”
Figueredo no escogió ser músico, la música lo escogió a él, aquella que acompaña al llanero en todos sus momentos,
sean los de la recia faena, así como los festejos del santoral, o las fiestas
célebres de los pueblos apureños, como la de Achaguas para los días santos.
Pero sin duda será en los Joropos que se formaban en cualquier
hato, fundo, o simple reunión de peones, propicios para el baile, el
contrapunteo y los variados registros del amor, donde mejor se arrellanaban las
cadencias de un arpa aquerenciada y febril. Los “golpes” recios, preferidos
para el zapateo y escobilleo del baile, cuando no, apropiados para el
contrapunteo, alternaban con los “pasajes”, verdaderas epístolas cantadas,
mensajeros de amores en fragua, como en “Las Ramas del Guayabo”. También de
cortés saludo al anfitrión, como en “Hato
la Verdad”, de igual modo para enaltecer el imponente paisaje llanero o los
asuntos del diario vivir: “El Privarresuello, Mi Camagúan, Los Caujaritos,
La Gaviota, El Cunavichero”.
Dejó nuestro
arpista una enorme cantidad de temas musicales, tanto aquellos reconocidos de
su autoría, como los que trajo del olvido, rescatando, arreglando, o adaptando
de otros instrumentos:
La chipola, -“golpe” que aprende oyendo el tañer de
la bandola de su padre- también nos consagró con sus memorables
interpretaciones de: Seis por Numeración,
Zumba que zumba, Guacharaca, Gaván, Seis perreao, Catira, Gavilán, Carnaval,
San Rafael, Quirpa, Pajarillo y Seis por derecho, por nombrar sólo algunos.
Corresponde
a este músico, ser llamado, sin titubeos, el surtidor y faro mayor de la canta
y la música llanera y principal eslabón de lo que fue durante un siglo completo
la tradición sonora y de lo que, a partir de él, apenas comienza a asomarse de
nuevas propuestas, toda la música del inmenso llano está cimentada en lo que
hizo, deshizo o dejó de hacer este arpista del Cunaviche, nacido el último año del
siglo XIX y fallecido un lustro antes del s. XXI.
Por todas sus inventivas sonoras menudean fehaciente su llanería. “Como un grato declive, como una música esperada y antigua”.
(Alexander
Lugo Rodríguez, más allá del Cunaviche)
No hay comentarios:
Publicar un comentario