Heraclio Fernández y su musa se soltaron hace siglo y medio
y todavía revolotean y zumban como el alegre zancudo con que se representó. En
apenas 35 años de vida, desplegó como pocos, su prodigioso y exuberante talento
en tan disimiles y exigentes disciplinas. Será recordado siempre por su
inmortal Diablo, que aun anda suelto
haciendo travesuras por el mundo musical venezolano.
Falleció un día como hoy 5 de febrero, de hace 138 años, en 1886. No se tienen datos de las causas de su fallecimiento en la plenitud de sus condiciones, destacando en los siguientes campos artísticos: la composición musical, la enseñanza pianística, el periodismo artístico y la concertista. Se nos dice asimismo que “compuso una misa cuyo estreno se verificó con éxito en uno de los templos de Maracaibo”.
A propósito de su fallecimiento, se recogen varias reseñas periodísticas, destacando las que aparecen en el periódico fundado por su padre, Manuel Fernández, El Diario de Avisos: “Era de trato afable y cortés; sus modales eran cultos, y su figura simpática y su palabra fácil y chispeante le ganaban muchos adeptos”. En la nota también se señala que: “Tocaba el piano con sentimiento exquisito y componía piezas de salón que los amantes de la buena música guardaban como modelo de ritmos y de formas”.
Sin duda esa peculiar manera de interpretar e improvisar al piano la música venezolana hicieron de Heraclio Fernández el músico favorito de la sociedad citadina, esto reforzado por su carácter jovial y su agudo sentido del humor, en diferentes reseñas encontramos testimonios en este sentido.
Del mismo modo en diferentes ocasiones se publica en los periódicos de la época, publicidad donde se ofrece para “enseñar, acompañar, vender, reparar y afinar pianos”. Es también uno de los primeros compositores del que se conocen piezas para piano a cuatro manos (dos pianistas ejecutando simultáneamente en el mismo instrumento). Los testimonios de la época no dudan en presentarlo como un fino ejecutante y anuncian una y otra vez sus Lecciones de piano y teoría musical, así como que “enseña a acompañar”.
No faltan tampoco anuncios donde ofrece en “venta pianos verticales de Europa y a precios escandalosamente módicos”, y en otros que “afina y repara pianos”. Era un hombre muy mediático para su época, muy adelantado y curioso con su entorno y sobre todo muy sensible y de un chispeante humor. En ese cúmulo de talentos e intereses, la música será su reino y a ella tributará su vida entera y breve.
Heraclio no sólo era profesor de piano, virtuoso ejecutante y gran compositor, sino que también manejaba la pluma de periodista con “agradable sazón y graciosa vena". Con relación al semanario que dirigió y que se identificaba con su apodo, El Zancudo, nos dice una reseña:
El Zancudo, que fundó con nosotros en el año de 1876, y redactó
durante mucho tiempo, guarda en sus páginas buena muestra del donaire y gracia
con que dejaba correr la peñola nuestro malogrado amigo y llorado compañero. En
esas páginas juguetea la palabra fácil y retozona del simpático Heraclio. (Diario de Avisos, 12 de febrero de 1886)
Revisando el catálogo de partituras aparecidas en el
semanario El Zancudo y en la revista El Museo (también fundada y dirigida por Heraclio),
encontramos que ya para el año1876 se publican dos valses suyos: “Una
súplica” y, “Recuerdos”. Fueron 22 valses publicados en un período
de diez años, con seguridad escribió muchos más. También salieron publicadas en
ese lapso: cuatro Danzas; cuatro Polkas, una Misa; y una “Variación sobre el Araguato”.
Entre sus composiciones destaca una obra que próximamente cumplirá 146 años de haber sido publicada y que se sigue interpretando y grabando con mucho éxito, El Diablo Suelto, un valse de entramada dificultad, que por su agilidad y escritura brillante (fiel reflejo del carácter de su autor) se ha denominado valse-joropeado, en la misma tradición de enrevesados valses como El Jarro Mocho de Federico Vollmer (1834-1901) y La Maricela de Sebastián Díaz Peña (1844-1926).
En la Enciclopedia de la música en Venezuela (1998) se señala al Diablo Suelto, “como una de las piezas de la tradición venezolana que mejor recoge el sentir nacional”. Esta popular pieza la dedica a sus amigos los redactores del periódico El Diablo Suelto, (que estaban de aniversario) y, precisamente encartada en la edición de este periódico del 19 de marzo de 1878, aparece la partitura para piano del famoso valse homónimo.
Hoy se conoce un solo ejemplar de la partitura, mas no del
periódico, que se encuentra por casualidad el maestro Alirio Díaz en un puesto
de libros viejos de Caracas, la cual reproduce en su libro Música en la vida
y lucha del pueblo venezolano, en 1980. Evidentemente aquella primera edición
de El Diablo Suelto tiene diferencias sustanciales con las versiones que
hoy se tocan por todo el mundo.
El éxito de Heraclio como gran intérprete del piano y compositor, lo condujeron de forma natural a desplegar una intensa labor docente que coronaría con la publicación de su Método para Piano. En el mes de diciembre de 1876 saldrá a la luz pública con este título: “Método para aprender a Acompañar Piezas de Baile”. Seis años después lo reeditará con ciertas modificaciones en un folleto de 32 páginas, con el largo y descriptivo título de: “Nuevo método para acompañar en el piano toda clase de piezas y en especial las de bailes, al estilo venezolano, sin necesidad de ningún otro estudio, a la altura de todas capacidades”.
En este tratado de acompañamiento pianístico, condensará Heraclio su experiencia como ágil intérprete del instrumento rey de la época. Allí da consejos y opiniones de interpretación y carácter, de sumo valor para saber hoy como se ejecutaban las piezas de baile en aquella época, estas piezas populares eran las de moda entonces: la danza, el merengue, el joropo, la polka y sobre todo el valse, que ya por esa época habían adquirido un carácter criollo propio sobre todo en su acompañamiento. En la presentación de esa segunda edición Heraclio resalta la originalidad de su propuesta:
“Nadie había podido someter a reglas el movimiento
excesivamente caprichoso y original con que se acostumbra a acompañar las
piezas de baile venezolanas; en mi primera edición di reglas para ello; la
práctica de seis años más me ha puesto en capacidad de perfeccionarlas,
haciéndolas más extensas y claras”.
Acompañar al piano las piezas venezolanas constituye un reto
para los instrumentistas, en ello radica fundamentalmente, la capacidad de
creatividad y habilidad en el manejo del teclado, lo mismo pasa con la guitarra
popular y el cuatro. Esto es particularmente así en los valses, en donde un
buen acompañamiento requiere que la mano izquierda del pianista vaya creando diferentes
combinaciones rítmicas fundamentadas en el uso de las síncopas y los
contratiempos, lo que lleva consigo un cierto carácter improvisatorio y de
espontanea creación. A esta característica se refiere Heraclio Fernández cuando
escribe en su Método:
“Los movimientos del acompañamiento del vals son los más variados y puede añadirse que cada individuo tiene uno peculiar. En algunos puntos de Venezuela son distintos a los que se acostumbran en Caracas; en mi permanencia en estos lugares observando con especial atención a los más hábiles acompañadores, los he aprendido todos, y todos los explico aquí”. (reseña tomada de la Revista Musical de Venezuela No. 38).
Alexander Lugo Rodríguez
05 de febrero de 2024
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