la amargura
del warao
no la quita
ni lo dulce
del agua del
morichal
(Alí Primera)
Los Waraos viven sobre los ríos que desembocan en el Orinoco,
a través de los estados Bolívar, Delta Amacuro, Sucre y Monagas.
Se subdividen en numerosos grupos, entre ellos los Mariusa, Chaguane y los propiamente llamados Warao.
Esta es una auto denominación que significa “gente de
embarcación”. Ellos denominan a los demás indígenas Hotorao, que quiere decir gente de tierra firme. Sin embargo, su
sistema comunitario experimenta grandes cambios en tanto incorporan gentes no Warao.
Recibieron en un tiempo influencias de los Arawak y fueron grandes enemigos de los
Caribe. Siempre vivieron selva adentro, entre pantanos, construyendo sus
palafitos a orillas del rio.
El “árbol de la vida” de los guarúnos o Waraos es el moriche, porque constituye el principio, centro y fin
de su existencia. Veamos lo indispensable que es para esta cultura:
Del corazón de esta palma extraen la llamada harina de yaruma que les sirve para
elaborar el pan casero.
El tronco lo utilizan para las tablas del piso de la
vivienda; también extraen de él robusto gusanos que comen crudos o cocidos,
Fermentan el vino: guarapo de moriche, considerado como un
verdadero néctar que mana del tronco de la milagrosa palmera.
De la pulpa de la fruta hacen grandes bolas amarillentas que
conservan en sus casas y que ellos se regalan entre sí. Es el llamado queso de
moriche.
De la parte inferior del cogollo de la palma extraen una
sustancia que ingieren, y de la parte superior confeccionan cuerdas, hilo,
sogas y cabuyas que luego les servirán para tejer los chinchorros y las alpargatas.
Y aún más:
De los nervios más duros y resistentes de la penca de la
palmera confeccionan las flechas que utilizan en la cacería de pájaros y
pequeños cuadrúpedos.
Y las boyas para pescar, e incluso las pequeñas velas
triangulares que llevan en sus curiaras –trabajadas a fuego y hachuela- las
confeccionan del vástago de la penca.
Aquí podemos agregar todavía que con la hoja de la palma
techan sus casas, y que usan el largo peciolo de la hoja del moriche también
como bastón.
Los Waraos habitan
casas palafíticas construidas a la orilla de los ríos, y poseen un rancho adicional
de palma, que es la casa del Jebu o “Ser Supremo”, que es también casa de
retiro de las mujeres y sirve para guardar los instrumentos musicales
relacionados con sus ritos.
Los Warao son
pescadores, cazadores y saben cultivar el arroz, pero sobre todo han tenido
siempre el morichal como principio, centro y fin de su existencia.
Elaboran cestas de diferentes tipos y también sebucanes y
cedazos. Con la madera del tronco del cachicamo
hacen sus canoas, con las que transitan continuamente por el rio.
Para cerrar podemos señalar que
En lo que a la Música concierne es indudable que los Warao
poseen un gran oído musical y un verdadero don para la variación.
En todo caso, la enorme cantidad de melodías que saben estos
indígenas, como pudimos comprobar gracias al Padre Basilio Barral (el Padre Basilio Ma. De Barral publicó 468
cantos y toques diferentes, anotados en un lapso de 28 años), así como la
existencia de maestros de música, hace pensar que en otros tiempos practicaron
la enseñanza musical.
Podría pensarse en escuelas de música en las misiones, pero
la música de los Warao no es europea.
Después de consultar el libro del Padre Barral: Los
Indios Guaraúnos y su Cancionero (1964) y La Música Teúrgico-Mágica de los
Indios Guaraos (1981), así como a los diferentes estudios realizados
por antropólogos viajeros e historiadores, en donde destaca el maravilloso
libro de Isabel Aretz: Música de los Aborígenes de Venezuela
(1991), podemos señalar que estamos ante una gran cultura que nuestra
civilización se ha empeñado en deshacer.
Para oír la canción “Un Warao” de Alí Primera, pinche aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=PmgM3c614ps
Autor:
Alexander Lugo Rodríguez
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