La semilla musical nace allí precisamente (Ciudad Bolívar),
porque allí escuché a mi padre tocar guitarra,
cantar, además, de otras manifestaciones musicales
que se me quedaron grabadas.
(Antonio Lauro)
Por Paisajes de Guayana
Hablemos
de un hombre humilde que se convirtió en un caso de extraordinaria
significación en el mundo musical venezolano, Antonio Lauro, primero músico
popular, luego académico y por último, creador de lo nacional, de lo
venezolano. Nació en Ciudad Bolívar a las diez de la mañana del 3 de agosto de
1917, en una casa que aún existe y hace esquina con la Plaza Bolívar, entre las
calles “Amor Patrio” y “Constitución”, opuesta a la catedral y frente al
Palacio de la Gobernación del Estado. Simbólicamente para los guayaneses,
agosto es un mes optimista y de abundancia, pues el Orinoco alcanza el más alto
nivel de sus aguas, y trae consigo la fiesta de la pesca, la feria del pueblo y
la celebración de sus tradiciones.
Cómo
era ese entorno que condicionó su vida y su obra, cómo se ha ido modificando
con el pasar de los años, cómo el hombre-creador va a su vez perfilándose,
mimetizándose siguiendo el curso de sus pulsaciones, de su devenir, como quien
busca un destino en el largo camino de fuga de un río que ya pasó:
Ese
gran entorno es una ciudad histórica, espesa en paisajes y acontecimientos, Ciudad
Bolívar, la eterna capital de la provincia de Guayana. Antonio Lauro Cutroneo, se
convertiría en el primer compositor venezolano cuyo repertorio de composiciones
para la guitarra, se estudian y se exigen como requisito académico en los más importantes
Conservatorios del mundo.
Quedará
huérfano con apenas cuatro años. No podrá recordar con precisión a su padre,
pero lo evocaba en difusas imágenes:
“Ello
fue, quizás, un motivo que influyó muchísimo en mi decisión de ser músico. Esa
actividad (musical) de mi padre era comentada con gran admiración por mi madre.
Así es una especie de homenaje a la memoria de esta persona, estar dentro de
esa misma carrera”.
El Encuentro con Sojo
Una
vez mudada la familia a Caracas estudia en la Escuela Superior de Música José
Ángel Lamas, allí se encontrará a quien se constituiría en su gran maestro. Veámoslo
en palabras de Alejandro Bruzual:
“Lauro
reconoció siempre al maestro Vicente Emilio Sojo como la influencia más
importante de su vida, y mucho de la personalidad estética del maestro guatireño
está presente en la de su discípulo”: “Los estudios con Vicente Emilio Sojo
fueron para mí una experiencia inolvidable. Él se convirtió prácticamente en mi
padre”.
Será
más que un maestro un Padre y un guía: “Las resoluciones que yo tomaba siempre eran
de acuerdo con él, no sólo musicales, sino humanas, personales”.
La
formación integral del joven guayanés se nutre de la fuerte personalidad del
maestro guatireño:
“Las
conversaciones con él, respecto al análisis de la obra musical, los puntos de
vista que tenía sobre la música venezolana, las transcripciones y
armonizaciones que hacía, influyeron notablemente en el gusto por lo venezolano,
especialmente, el amor hacia lo venezolano. De manera que con él aprendí no
solamente composición, sino una formación integral de amor hacia lo nuestro, de
amor hacia la patria, hacia todo lo venezolano, que ha tenido como resultado el
estilo y el haber hecho la cantidad de obras de sabor puramente venezolano, que
están vertidas en el repertorio de la guitarra”.
Lauro en el Pedagógico
En
la segunda quincena de noviembre 1943 se fundó el primer Orfeón del Instituto
Pedagógico Nacional. El honor de haber fundado este Orfeón correspondió al Maestro
Antonio Lauro. El Orfeón hizo su primera presentación pública el día 22 de diciembre
de 1943, con motivo de realizarse un festival musical con el fin de recolectar
dinero a favor de los niños pobres. La actuación de este Orfeón se prolongó hasta
diciembre de 1945. Antes, ya había existido una agrupación coral en el Pedagógico,
y esta fue conducida por el Profesor Sergio Moreira, con motivo del
acto de la primera graduación de Profesores del Instituto Pedagógico.
Revisando
las reseñas de las actividades culturales dentro del Pedagógico, para los
primeros años de la década del 40, encontramos una presencia activa de Antonio
Lauro, en calidad de profesor de música, conferencista, director-del Orfeón, y
concertista de guitarra.
Laureando un Valse para el Mundo
El
investigador Alejandro Bruzual señala que fue a través del valse venezolano como
Antonio Lauro “vislumbró esa sencillez que caracterizó todas sus obras de
estilo tradicional”. Veamos las propias palabras de Lauro a este respecto:
“Yo
quise hacer lo que nuestros valseros llamaban "calle real". El valse
"calle real" era aquel que tenía un sentido tonal muy claro muy
diáfano, sin grandes modulaciones, pero con una distribución rítmica admirable.
Me propuse hacer un repertorio de valses para la guitarra, basado en ese mismo
valse típico venezolano. O sea, no quise imponer mi personalidad en ellos, sino
hacer que fueran venezolanos auténticamente”.
Su
carácter firme y su férrea voluntad siempre los demostró a lo largo de su vida.
Con persistencia buscó dignificar el trabajo artístico del músico, y demostrar
su valía e importancia en la sociedad. En 1985 (un año antes de su partida a los
68 años) recibió el Premio Nacional de Música. Siempre será su nombre motivo de
admiración y orgullo venezolano. La guitarra en el mundo está tocada por las
sensibles manos de aquel niño guayanés que dignificó la palabra músico y engrandeció
la profesión y la nobleza del Arte de los sonidos. Sus palabras al recibir este
reconocimiento aun nos emociona:
“No
voy a decir con falsa modestia que no merezco este reconocimiento. He trabajado
a través de toda mi vida. He dedicado toda mi existencia a la música, con la
mayor honradez, con la mejor dedicación y buscando siempre que el nombre de
Venezuela esté bien representado…!
Autor: Alexander
Lugo Rodríguez
3 de agosto de 2024
Gracias por tan excelente artículo. De verdad
ResponderEliminar