sábado, 3 de agosto de 2024

Lauro un Nombre que Vibra Dentro de una Guitarra. Por Alexander Lugo

 


La semilla musical nace allí precisamente (Ciudad Bolívar),

porque allí escuché a mi padre tocar guitarra,

cantar, además, de otras manifestaciones musicales

que se me quedaron grabadas.

(Antonio Lauro)




Por Paisajes de Guayana

Hablemos de un hombre humilde que se convirtió en un caso de extraordinaria significación en el mundo musical venezolano, Antonio Lauro, primero músico popular, luego académico y por último, creador de lo nacional, de lo venezolano. Nació en Ciudad Bolívar a las diez de la mañana del 3 de agosto de 1917, en una casa que aún existe y hace esquina con la Plaza Bolívar, entre las calles “Amor Patrio” y “Constitución”, opuesta a la catedral y frente al Palacio de la Gobernación del Estado. Simbólicamente para los guayaneses, agosto es un mes optimista y de abundancia, pues el Orinoco alcanza el más alto nivel de sus aguas, y trae consigo la fiesta de la pesca, la feria del pueblo y la celebración de sus tradiciones.

 

Cómo era ese entorno que condicionó su vida y su obra, cómo se ha ido modificando con el pasar de los años, cómo el hombre-creador va a su vez perfilándose, mimetizándose siguiendo el curso de sus pulsaciones, de su devenir, como quien busca un destino en el largo camino de fuga de un río que ya pasó:

Ese gran entorno es una ciudad histórica, espesa en paisajes y acontecimientos, Ciudad Bolívar, la eterna capital de la provincia de Guayana. Antonio Lauro Cutroneo, se convertiría en el primer compositor venezolano cuyo repertorio de composiciones para la guitarra, se estudian y se exigen como requisito académico en los más importantes Conservatorios del mundo.

 


Quedará huérfano con apenas cuatro años. No podrá recordar con precisión a su padre, pero lo evocaba en difusas imágenes:

“Ello fue, quizás, un motivo que influyó muchísimo en mi decisión de ser músico. Esa actividad (musical) de mi padre era comentada con gran admiración por mi madre. Así es una especie de homenaje a la memoria de esta persona, estar dentro de esa misma carrera”.

 

El Encuentro con Sojo

Una vez mudada la familia a Caracas estudia en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, allí se encontrará a quien se constituiría en su gran maestro. Veámoslo en palabras de Alejandro Bruzual:

“Lauro reconoció siempre al maestro Vicente Emilio Sojo como la influencia más importante de su vida, y mucho de la personalidad estética del maestro guatireño está presente en la de su discípulo”: “Los estudios con Vicente Emilio Sojo fueron para mí una experiencia inolvidable. Él se convirtió prácticamente en mi padre”.

 

Será más que un maestro un Padre y un guía: “Las resoluciones que yo tomaba siempre eran de acuerdo con él, no sólo musicales, sino humanas, personales”.

La formación integral del joven guayanés se nutre de la fuerte personalidad del maestro guatireño:

“Las conversaciones con él, respecto al análisis de la obra musical, los puntos de vista que tenía sobre la música venezolana, las transcripciones y armonizaciones que hacía, influyeron notablemente en el gusto por lo venezolano, especialmente, el amor hacia lo venezolano. De manera que con él aprendí no solamente composición, sino una formación integral de amor hacia lo nuestro, de amor hacia la patria, hacia todo lo venezolano, que ha tenido como resultado el estilo y el haber hecho la cantidad de obras de sabor puramente venezolano, que están vertidas en el repertorio de la guitarra”.

 


Lauro en el Pedagógico

En la segunda quincena de noviembre 1943 se fundó el primer Orfeón del Instituto Pedagógico Nacional. El honor de haber fundado este Orfeón correspondió al Maestro Antonio Lauro. El Orfeón hizo su primera presentación pública el día 22 de diciembre de 1943, con motivo de realizarse un festival musical con el fin de recolectar dinero a favor de los niños pobres. La actuación de este Orfeón se prolongó hasta diciembre de 1945. Antes, ya había existido una agrupación coral en el Pedagógico, y esta fue conducida por el Profesor Sergio Moreira, con motivo del acto de la primera graduación de Profesores del Instituto Pedagógico. 

Revisando las reseñas de las actividades culturales dentro del Pedagógico, para los primeros años de la década del 40, encontramos una presencia activa de Antonio Lauro, en calidad de profesor de música, conferencista, director-del Orfeón, y concertista de guitarra.

 


Laureando un Valse para el Mundo

El investigador Alejandro Bruzual señala que fue a través del valse venezolano como Antonio Lauro “vislumbró esa sencillez que caracterizó todas sus obras de estilo tradicional”. Veamos las propias palabras de Lauro a este respecto:

“Yo quise hacer lo que nuestros valseros  llamaban "calle real". El valse "calle real" era aquel que tenía un sentido tonal muy claro muy diáfano, sin grandes modulaciones, pero con una distribución rítmica admirable. Me propuse hacer un repertorio de valses para la guitarra, basado en ese mismo valse típico venezolano. O sea, no quise imponer mi personalidad en ellos, sino hacer que fueran venezolanos auténticamente”.

 

Su carácter firme y su férrea voluntad siempre los demostró a lo largo de su vida. Con persistencia buscó dignificar el trabajo artístico del músico, y demostrar su valía e importancia en la sociedad. En 1985 (un año antes de su partida a los 68 años) recibió el Premio Nacional de Música. Siempre será su nombre motivo de admiración y orgullo venezolano. La guitarra en el mundo está tocada por las sensibles manos de aquel niño guayanés que dignificó la palabra músico y engrandeció la profesión y la nobleza del Arte de los sonidos. Sus palabras al recibir este reconocimiento aun nos emociona:

“No voy a decir con falsa modestia que no merezco este reconocimiento. He trabajado a través de toda mi vida. He dedicado toda mi existencia a la música, con la mayor honradez, con la mejor dedicación y buscando siempre que el nombre de Venezuela esté bien representado…!

 


Autor: Alexander Lugo Rodríguez

3 de agosto de 2024


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