jueves, 15 de agosto de 2024

Luis Mariano Rivera más que un músico es una Música Por Alexander Lugo

 


Luis Mariano, creo en esta hora de la melancolía, que fue el primer cronista popular de nuestros campos, de la historia de la gente sencilla de los pueblos y caseríos, conuquero de la palabra, pintor de gente llana y pura de su comarca, Poeta, con mayúsculas, de los aromas del campo, de los dorados cundeamores, del lucero que despunta, del aleteo del tucusito. Para nuestra música es el pionero del canto poético y sentido, es decir, el primero de todos, el inventor, el sendero que no deja de alumbrar.

Se desdobla el poeta en flor, en pájaro, en caracol, en aleteos:

¡Tucusito, tucusito! dime como hizo Dios para hacerte tan bonito:

‘tomó un poquito de tierra, de amor hay algún poquito

cinco gotas de dulzura, cuatro gramos de ternura,

sopló y me nació el piquito,

las alitas, el plumaje, las paticas el rabito.

Donde puso más cuidado

fue en ponerme los ojitos,

porque buscaba con ello

-que además de ser tan bellos-

reflejar la inocencia que envuelve mi cuerpecito’.

 

Luis Mariano nos dejó en este paso por los paisajes floridos de sus campos, el símbolo de un hombre infinitamente sensible, vibrante en toda su esencia por lo que le rodeaba, a todo hecho y experiencia transfiguraba en arte poética su vivir, estimulando una serie infinita de sensaciones, pensamientos y melancolías. Años antes de morir expresó en forma de ruego su voluntad:

Cuando yo muera

¿ qué puedo pedir para mi tumba?

Una lápida que diga así estos versos :

aquí yace Mariano poeta campesino

cantó a las flores cantó a los pájaros

cantó a la tierra y cantó a su pueblo.

 

Cada lenguaje tuyo Luis Mariano, es una tradición, cada sonido tuyo, un símbolo, una armonía, una textura; cada verso una fragancia, cada pensamiento un énfasis, una revelación.

Tu obra ¡espléndida! es pacto de compromiso con la vida y con la determinación creadora. Procuramos en el día a día, vivir de lejos la vida que fue tuya, maestro de las flores, abrigo de las ternuras. Nodriza de las querencias, perfumador de todos los caminos, encendedor de crepúsculos, tristeza de atardeceres.

Como Beethoven, como Bach, como Lauro, como Otilio, Luis Mariano será más que un músico, ¡una Música!

 

 

 

Alexander Lugo Rodríguez

a 118 años de su luz

 

martes, 13 de agosto de 2024

EL MORICHE “ÁRBOL DE LA VIDA” DE LOS WARAOS Por Alexander Lugo

 




la amargura del warao

no la quita ni lo dulce

del agua del morichal

(Alí Primera)

 

Los Waraos viven sobre los ríos que desembocan en el Orinoco, a través de los estados Bolívar, Delta Amacuro, Sucre y Monagas.

Se subdividen en numerosos grupos, entre ellos los Mariusa, Chaguane y los propiamente llamados Warao.

Esta es una auto denominación que significa “gente de embarcación”. Ellos denominan a los demás indígenas Hotorao, que quiere decir gente de tierra firme. Sin embargo, su sistema comunitario experimenta grandes cambios en tanto incorporan gentes no Warao.

Recibieron en un tiempo influencias de los Arawak y fueron grandes enemigos de los Caribe. Siempre vivieron selva adentro, entre pantanos, construyendo sus palafitos a orillas del rio.

El “árbol de la vida” de los guarúnos o Waraos es el moriche, porque constituye el principio, centro y fin de su existencia. Veamos lo indispensable que es para esta cultura:

 

Del corazón de esta palma extraen la llamada harina de yaruma que les sirve para elaborar el pan casero.

El tronco lo utilizan para las tablas del piso de la vivienda; también extraen de él robusto gusanos que comen crudos o cocidos,

Fermentan el vino: guarapo de moriche, considerado como un verdadero néctar que mana del tronco de la milagrosa palmera.

De la pulpa de la fruta hacen grandes bolas amarillentas que conservan en sus casas y que ellos se regalan entre sí. Es el llamado queso de moriche.

De la parte inferior del cogollo de la palma extraen una sustancia que ingieren, y de la parte superior confeccionan cuerdas, hilo, sogas y cabuyas que luego les servirán para tejer los chinchorros y las alpargatas.

Y aún más:

De los nervios más duros y resistentes de la penca de la palmera confeccionan las flechas que utilizan en la cacería de pájaros y pequeños cuadrúpedos.

Y las boyas para pescar, e incluso las pequeñas velas triangulares que llevan en sus curiaras –trabajadas a fuego y hachuela- las confeccionan del vástago de la penca.

Aquí podemos agregar todavía que con la hoja de la palma techan sus casas, y que usan el largo peciolo de la hoja del moriche también como bastón.

Los Waraos habitan casas palafíticas construidas a la orilla de los ríos, y poseen un rancho adicional de palma, que es la casa del Jebu o “Ser Supremo”, que es también casa de retiro de las mujeres y sirve para guardar los instrumentos musicales relacionados con sus ritos.




Los Warao son pescadores, cazadores y saben cultivar el arroz, pero sobre todo han tenido siempre el morichal como principio, centro y fin de su existencia.

Elaboran cestas de diferentes tipos y también sebucanes y cedazos. Con la madera del tronco del cachicamo hacen sus canoas, con las que transitan continuamente por el rio.

 

Para cerrar podemos señalar que

En lo que a la Música concierne es indudable que los Warao poseen un gran oído musical y un verdadero don para la variación.

En todo caso, la enorme cantidad de melodías que saben estos indígenas, como pudimos comprobar gracias al Padre Basilio Barral (el Padre Basilio Ma. De Barral publicó 468 cantos y toques diferentes, anotados en un lapso de 28 años), así como la existencia de maestros de música, hace pensar que en otros tiempos practicaron la enseñanza musical.

Podría pensarse en escuelas de música en las misiones, pero la música de los Warao no es europea.

Después de consultar el libro del Padre Barral: Los Indios Guaraúnos y su Cancionero (1964) y La Música Teúrgico-Mágica de los Indios Guaraos (1981), así como a los diferentes estudios realizados por antropólogos viajeros e historiadores, en donde destaca el maravilloso libro de Isabel Aretz: Música de los Aborígenes de Venezuela (1991), podemos señalar que estamos ante una gran cultura que nuestra civilización se ha empeñado en deshacer.   

 

Para oír la canción “Un Warao” de Alí Primera, pinche aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=PmgM3c614ps

 


Autor: Alexander Lugo Rodríguez


                                                      


viernes, 9 de agosto de 2024

No somos Héroes de Comiquitas. Por Alexander Lugo

 



Los primeros antropólogos juzgaban las culturas de los otros pueblos con los patrones de la suya propia, para ellos los pueblos exóticos eran salvajes, estúpidos e inmorales. Esta visión etnocéntrica deformaba gravemente la imagen de las otras culturas. "Una cultura sólo puede ser entendida desde dentro, de acuerdo con sus propios principios, patrones y valores".

En las primeras líneas de Las Meditaciones del Quijote, Ortega y Gasset propone una filosofía de la cultura cuyo alcance nos llega hasta hoy, y define el tipo de nueva filosofía como una filosofía del amor, que se sitúa en el centro de las cosas para llevarlas a su plenitud, trata con esto de sacar la totalidad de sentido de cada situación.

Ortega maneja dos conceptos de héroe; héroe es el creador de cultura. Pero el verdadero heroísmo es el que es capaz de extraer sentido en lo más inmediato, la heroicidad es la creación de cultura en lo inmediato. Así lo expresa en sus 'Meditaciones':

Todos, en varia medida, somos héroes y todos suscitamos en torno humildes amores. Nada impide el heroísmo —que es la actividad del espíritu—, tanto como considerarlo adscrito a ciertos contenidos específicos de la vida. Es menester que donde quiera subsista subterránea la posibilidad del heroísmo, y que todo hombre, si golpea con vigor la tierra donde pisan sus plantas, espere que salte una fuente.

Efraín Subero en Idea de la Hispanidad (1997), nos aclara que “la diferenciación entre España y América empezó desde los primeros contactos, registrada en el primer documento de la literatura hispanoamericana”, se refiere al Diario y la Carta de Cristóbal Colón a Carlos V. En sus escritos, el Almirante promulga para la posteridad el arquetipo de los nacidos en estas tierras:

Son gente de amor y sin codicia y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestra Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente ni mejor tierra. Ellos aman a su prójimo como a sí mismos, y tienen un habla la más dulce del mudo, y mansa, y siempre con risa. Ellos andan desnudos, hombres y mujeres, como su madre los parieron: más crean Vuestras Altezas que entre sí tienen costumbres muy buenas, de una cierta manera tan continente que es placer de verlo todo.

Sin embargo esta forma “dulce y mansa” de nuestros pueblos originarios no significó nunca sometimiento o servilismo con el invasor. En una conversa sobre nuestro instrumento nacional El Cuatro, Alberto Arvelo Ramos (hijo del poeta A. Arvelo Torrealba) le expresa a otro poeta amigo suyo (y mío) Ángel Eduardo Acevedo:

Cuando llegaron los españoles acá, Ángel Eduardo, a diferencia de lo que encontraron en otras partes de América Latina, aquí no había gente de mando, gentes superiores y gentes inferiores. Porque aquí no había Estado. Los Caribes que poblaban casi toda Venezuela, y que poblaban la totalidad del llano no tenían estado. Eran unas sociedades muy directamente relacionadas las unas con las otras. Estas gentes que llegaron trajeron la imposición del señor sobre el señoreado. He leído que no había en nuestras sociedades, como si había en México y en Perú, unas estructuras de clases y sometimientos. Aquí no había nada de eso, hubo de aprender la relación, eso de ser ‘acogotado’. Nuestros indios no sabían cómo se ‘Jala Bola’, cómo decir ‘si mi Señor’. Por eso es que fueron tan terriblemente difíciles de dominar y la conquista duró más de 100 años.

A finales del siglo XVII la mayoría de quienes pueblan el territorio venezolano es ya mestiza. Lo español de la península se asume recreado con conciencia localista. Comienza la existencia de una nueva forma de vida colectiva, los perfiles de una sociedad diferente, con acento propio, ecos peculiares y sensibilidades distintas. Se trata de un tipo que desafía toda clasificación. No es indio ni negro, pero tampoco español. Es en este momento histórico donde cuajan hondas pulsaciones del que emerge resonando en colectivo, donde todo grito encuentra eco, donde cada canto es coreado "a voces". Así lo expresa Carmelo Vilda:

La cultura popular mestiza, nace al calor del alcohol con que muchos de sus creadores aliviaron su alienación laboral, o como inspiración durante las fiestas y celebraciones religiosas, Es anónima y colectiva. Surge al compás de la música con explosiones repentistas. Las canciones transforman la métrica, los aires musicales tuercen el compás, las danzas candencian los pasos cortesanos.

El Cuatro como instrumento de música y también de resistencia, de luchas y sobre todo de identidad, nos define en cada vibración de sus cuerdas. En su eco empieza a resonar una patria nueva. Aquella antigua “guitarrita” que notaban los españoles como algo exótico y estentóreo, fue perseguida y condenada porque ya anunciaba lo que venía de nacionalidad y de rebelión. Ángel Eduardo Acevedo lo ve clarito:

Las autoridades, así como habían hecho en la propia España, hicieron aquí pero con más decisión, porque aquí eran más dominante. Somos europeos de orilla, de esta otra orilla, entonces estaban ejerciendo la autoridad como colonizadores. Y dijeron que no, que esa ‘guitarrita’ incitaba a cosas malas y malucas… (es decir sabrosas), que se escondían, se atrincheraban. Es como si hubieran presentido la guerra. Porque hay que entenderlo así: ladinismo, sinvergüenzura, y rocheleo, y parranda, y bochinche y esas cosas. Y la fiestecita y la echadera de broma, y la ‘mamadera de gallo’, que todavía no se llamaba así. Prefigurada por la forma sensual de la guitarrita y eso provocó un decreto, que en las noches esa guitarrita estaba echando mucha lavativa, que estaba pervirtiendo, que estaba fomentando, estimulando malas mañas, malas costumbres, que era que los hombres quieran a las mujeres, y las mujeres a los hombres.

Motivado por la crónica de El Almirante Colón al Rey de España, Efraín Subero nos deja, a su vez, una descripción de lo que somos, que recuerda a Ortega en Sus Meditaciones:

También somos nosotros espontáneos y pintorescos, populares y realistas. También nuestras obras geniales se resienten de atropellamiento porque amamos la improvisación. En lo más profundo del alma hispanoamericana palpita un quijotismo sin fronteras que pretende porfiar con el porfiao de aquí y de más allá. Un quijotismo -hermosa forma de idealismo- que no teme enfrentar los molinos de bronce que con frecuencia entraban la felicidad de nuestros pueblos.

Es el momento en que por primera vez, una cultura se mira al espejo, se atiende a los detalles de la conversa, del chisme, de las peculiaridades, en fin, "de las manifestaciones menudas donde se revela la intimidad de una raza", (la frase es de Ortega). O como lo diría Arnaldo Esté:

Nuestra inmediatez es esta, somos los hombres del Caribe y de los Andes, de la Amazonia y de estos Llanos. Somos hombres del Trópico, de este sol y de esta historia. También es inmediatez la calle, la plaza y el camino al río. La conseja familiar y el chisme. El toque del tambor y el chimbánguele. Aquella infinitud de cosas que nos constituye y que sólo son notorias cuando se ausentan.

Otra vez Ángel Eduardo Acevedo sabe mirar lejos:

Nosotros nos averiguamos en las tripas animales de nosotros, en las tripas afectivas, sentimentales, sensibles gustativas estéticamente, de las tripas profundas de nosotros. Con ese Cuatro se honra el animal que hay en nosotros, al animal que me honra, para que, al honrarse ese animal, vayamos de más en más, de bicho a gente.

 

Somos gente enaltecida por el sentimiento.

Ni Súper Héroe ni Mujer Maravilla…

¡Somos agua, somos mata, y tierra

Somos cielo en El Caribe

Nube y pico en Los Andes

Somos mar y brisa en Oriente

Y mineral y Sol de mediodía en el Llano

Sabana, Selva y Tepuy

Y somos Universo!

 

Alexander Lugo Rodríguez

09 de agosto de 2024





sábado, 3 de agosto de 2024

Lauro un Nombre que Vibra Dentro de una Guitarra. Por Alexander Lugo

 


La semilla musical nace allí precisamente (Ciudad Bolívar),

porque allí escuché a mi padre tocar guitarra,

cantar, además, de otras manifestaciones musicales

que se me quedaron grabadas.

(Antonio Lauro)




Por Paisajes de Guayana

Hablemos de un hombre humilde que se convirtió en un caso de extraordinaria significación en el mundo musical venezolano, Antonio Lauro, primero músico popular, luego académico y por último, creador de lo nacional, de lo venezolano. Nació en Ciudad Bolívar a las diez de la mañana del 3 de agosto de 1917, en una casa que aún existe y hace esquina con la Plaza Bolívar, entre las calles “Amor Patrio” y “Constitución”, opuesta a la catedral y frente al Palacio de la Gobernación del Estado. Simbólicamente para los guayaneses, agosto es un mes optimista y de abundancia, pues el Orinoco alcanza el más alto nivel de sus aguas, y trae consigo la fiesta de la pesca, la feria del pueblo y la celebración de sus tradiciones.

 

Cómo era ese entorno que condicionó su vida y su obra, cómo se ha ido modificando con el pasar de los años, cómo el hombre-creador va a su vez perfilándose, mimetizándose siguiendo el curso de sus pulsaciones, de su devenir, como quien busca un destino en el largo camino de fuga de un río que ya pasó:

Ese gran entorno es una ciudad histórica, espesa en paisajes y acontecimientos, Ciudad Bolívar, la eterna capital de la provincia de Guayana. Antonio Lauro Cutroneo, se convertiría en el primer compositor venezolano cuyo repertorio de composiciones para la guitarra, se estudian y se exigen como requisito académico en los más importantes Conservatorios del mundo.

 


Quedará huérfano con apenas cuatro años. No podrá recordar con precisión a su padre, pero lo evocaba en difusas imágenes:

“Ello fue, quizás, un motivo que influyó muchísimo en mi decisión de ser músico. Esa actividad (musical) de mi padre era comentada con gran admiración por mi madre. Así es una especie de homenaje a la memoria de esta persona, estar dentro de esa misma carrera”.

 

El Encuentro con Sojo

Una vez mudada la familia a Caracas estudia en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, allí se encontrará a quien se constituiría en su gran maestro. Veámoslo en palabras de Alejandro Bruzual:

“Lauro reconoció siempre al maestro Vicente Emilio Sojo como la influencia más importante de su vida, y mucho de la personalidad estética del maestro guatireño está presente en la de su discípulo”: “Los estudios con Vicente Emilio Sojo fueron para mí una experiencia inolvidable. Él se convirtió prácticamente en mi padre”.

 

Será más que un maestro un Padre y un guía: “Las resoluciones que yo tomaba siempre eran de acuerdo con él, no sólo musicales, sino humanas, personales”.

La formación integral del joven guayanés se nutre de la fuerte personalidad del maestro guatireño:

“Las conversaciones con él, respecto al análisis de la obra musical, los puntos de vista que tenía sobre la música venezolana, las transcripciones y armonizaciones que hacía, influyeron notablemente en el gusto por lo venezolano, especialmente, el amor hacia lo venezolano. De manera que con él aprendí no solamente composición, sino una formación integral de amor hacia lo nuestro, de amor hacia la patria, hacia todo lo venezolano, que ha tenido como resultado el estilo y el haber hecho la cantidad de obras de sabor puramente venezolano, que están vertidas en el repertorio de la guitarra”.

 


Lauro en el Pedagógico

En la segunda quincena de noviembre 1943 se fundó el primer Orfeón del Instituto Pedagógico Nacional. El honor de haber fundado este Orfeón correspondió al Maestro Antonio Lauro. El Orfeón hizo su primera presentación pública el día 22 de diciembre de 1943, con motivo de realizarse un festival musical con el fin de recolectar dinero a favor de los niños pobres. La actuación de este Orfeón se prolongó hasta diciembre de 1945. Antes, ya había existido una agrupación coral en el Pedagógico, y esta fue conducida por el Profesor Sergio Moreira, con motivo del acto de la primera graduación de Profesores del Instituto Pedagógico. 

Revisando las reseñas de las actividades culturales dentro del Pedagógico, para los primeros años de la década del 40, encontramos una presencia activa de Antonio Lauro, en calidad de profesor de música, conferencista, director-del Orfeón, y concertista de guitarra.

 


Laureando un Valse para el Mundo

El investigador Alejandro Bruzual señala que fue a través del valse venezolano como Antonio Lauro “vislumbró esa sencillez que caracterizó todas sus obras de estilo tradicional”. Veamos las propias palabras de Lauro a este respecto:

“Yo quise hacer lo que nuestros valseros  llamaban "calle real". El valse "calle real" era aquel que tenía un sentido tonal muy claro muy diáfano, sin grandes modulaciones, pero con una distribución rítmica admirable. Me propuse hacer un repertorio de valses para la guitarra, basado en ese mismo valse típico venezolano. O sea, no quise imponer mi personalidad en ellos, sino hacer que fueran venezolanos auténticamente”.

 

Su carácter firme y su férrea voluntad siempre los demostró a lo largo de su vida. Con persistencia buscó dignificar el trabajo artístico del músico, y demostrar su valía e importancia en la sociedad. En 1985 (un año antes de su partida a los 68 años) recibió el Premio Nacional de Música. Siempre será su nombre motivo de admiración y orgullo venezolano. La guitarra en el mundo está tocada por las sensibles manos de aquel niño guayanés que dignificó la palabra músico y engrandeció la profesión y la nobleza del Arte de los sonidos. Sus palabras al recibir este reconocimiento aun nos emociona:

“No voy a decir con falsa modestia que no merezco este reconocimiento. He trabajado a través de toda mi vida. He dedicado toda mi existencia a la música, con la mayor honradez, con la mejor dedicación y buscando siempre que el nombre de Venezuela esté bien representado…!

 


Autor: Alexander Lugo Rodríguez

3 de agosto de 2024


“Traigo la Salsa” en su Día Nacional. Por Alexander Lugo

  Hoy celebramos en Venezuela el día nacional de la Salsa, en su honor rememoro mis incipientes amores y escarceos con la música bailable: C...